lunes, 27 de septiembre de 2010

La Inutilidad Suprema de los Sindicatos

A los sindicatos sólo les gusta chupar del bote. Todos, absolutamente todos, están totalmente vendidos a los macacos políticos. He llegado a la conclusión de que ningún trabajador honesto debería afiliarse a ningún sindicato. Yo, como muchos, caí en la trampa.

Podéis verlo en los foros del mobbing: muy pocas veces un sindicato ha ayudado a un trabajador en un caso de acoso laboral; aunque he de reconocer que sí se han dado algunos casos aislados. Muchas veces, delegados de base lo han intentado, pero casi siempre tienen que desistir pues el acoso se vuelve también contra ellos. Las esferas superiores del sindicato siempre frenan y se rebotan contra los que intentan ayudar al acosado. Esto parece una ley no escrita: en caso de problemas en una empresa, el sindicato siempre a favor de los jefes, aunque machaquen a uno o cientos de trabajores. Por más que se escriban leyes a favor de los trabajadores, nosotros no tenemos ningún derecho y nos pueden aplastar a capricho.

Si tenéis problemas en vuestra empresa (vosotros primates trabajadores que me leéis) no olvideis lo dicho anteriormente, así os evitareis más de un disgusto. Sobre todo no lo olvidéis si soportáis un acoso institucional como el mío. En las instituciones públicas es mucho peor y más salvaje, el acoso, a todos los niveles. Hacen una piña Gerencia, Dirección, Recursos Humanos, el Servicio de Salud Laboral y Sindicatos, que vuelve loco a cualquier trabajador acosado. Hacen reuniones maquiavélicas en las que se pasan el rato intrigando e intentando hallar la manera de incrementar todo el daño posible.

Yo, como ya he dicho, caí en la trampa: estoy afiliada a UGT. He de decir que la delegada social que me correspondía siempre me entendió y me consta que intentó ayudarme. Pero con los macacos nos topamos: después de mi caso, tuvo que dejar el puesto de delegada sindical.

sábado, 18 de septiembre de 2010

En busca de la tranquilidad mental


Hoy vuelvo a la carga con la escritura, después de dos meses intentando olvidar todo para encontrar una paz mental que eliminara mis dolencias físicas. He encontrado paz y equilibrio mental, pero mis dolencias físicas no desaparecen. He hecho relajación y meditación y he digerido y asimilado mi sufrimiento, con lo cual he conseguido poner en orden mis ideas y tranquilizar la mente, pero mis problemas físicos no desaparecen. Ahora tengo claro que el subconsciente no olvida nunca. Puedes arrinconar los recuerdos y pensar conscientemente que los olvidas, pero los recuerdos viven permantemente en el subconsciente. Nunca te recuperas totalmente después de un estrés postraumático y hay que aprender a vivir con el recuerdo del sufrimiento. Y en eso estoy actualmente, así que sigo con mi terapia de la escritura.

En el momento que escribo ésto hay convocada, por los sindicatos, una huelga general para el 29 de septiembre. Ni que decir tiene que yo no la voy a hacer pero, bajo mi humilde opinión, creo que ningún trabajador honesto debería secundar la huelga. En mi caso nunca me ha ayudado ningún sindicato, en todo momento se han posicionado al lado de los jefes del hospital. Desde hace mucho tiempo sigo todo lo que se escribe en un foro del mobbing y he podido comprobar que son muy pocos los casos en que un sindicato ha ayudado al trabajador en un caso de acoso laboral.

Los sindicatos nacieron para ayudar a los trabajadores pero actualmente están dirigidos por macacos que sólo piensan en manipularnos, engañarnos y en hacerse una bonita foto en la prensa. Saben que con un día de huelga no cambiará nada y tampoco tienen ganas de que nada cambie: sólo quieren una bonita foto en los periódicos presumiendo del gran poder de convocatoria que tienen. Los sindicatos se han convertido en un sistema artrítico y anquilosado que no sirve para nada. Hemos de buscar sistemas de defensa más eficaces.

Hace un par de días recibí la decisión del juez al que presenté mi caso hace ya un año. El juez reconoce que en el lugar en el que trabajo hay un conflicto laboral y también reconoce que sufro estrés postraumático, pero aún así ha decidido archivar el caso. Según él me toca ajo y agua: a fastidiarse y aguantarse. Ni que decir tiene que he apelado.

Por el momento, sólo tengo la terapia de la escritura para paliar mis dolores. Así que aquí sigo y creo que seguiré por mucho tiempo.