miércoles, 29 de noviembre de 2023

El II Reich o la consolidación del gran mercado esclavista mundial

 Según la historia oficial, el II Reich es el periodo de dominación del Imperio que va desde 1806 hasta 1918, el fin de la primera guerra mundial. Dice la historia que el Sacro Imperio Romano Germánico desapareció el 6 de agosto de 1806 cuando Francisco II, César del Imperio, renunció a la corona imperial para pasar a ser Francisco I emperador de Austria. Nos cuenta que la causa fue la derrota que sufrió en la batalla de Austerlitz contra Napoleón Bonaparte. Pero según mis investigaciones lo más probable es que ésa no fuera la causa real. Por otra parte, hay quien duda de que Napoleón Bonaparte existiera realmente y piensa que es totalmente imposible que la batalla de Austerlitz ocurriera tal y como nos la han relatado.

La verdad más probable parece ser que cuando Francisco I pasó a ser el primer emperador de Austria el Sacro Imperio no se disolvió sino que siguió actuando en la sombra, mutando a lo largo del tiempo. Durante generaciones ha perseguido y dominado el mundo entero desde la Alemania imperial y nacional socialista hasta la Unión Europea. Después del emperador Francisco paso el mando totalmente al Vaticano y su Nobleza negra. El Vaticano pasó a ser el Centro de Operaciones del gobierno mundial.

El I Reich, o Imperio, comenzó en el siglo XVIII la repartición del mundo entre los ganadores de las luchas del Sacro Imperio Romano Germánico, constituido por ricos magnates centroeuropeos. Los vencedores de las guerras pasaron a tomar posesión de sus territorios, que los llamaron Reinos, y se convirtieron en los reyes de sus posesiones.

Dieron paso a un Nuevo Orden Mundial. Un orden nuevo cuya cabeza principal tenía que ser el Papa romano instalado en el Vaticano. Un personaje que se atribuyó ser Dios en la tierra, cabeza de Cristo, y que decía que su Iglesia era el Cuerpo de Cristo y que por tanto tenía derecho a poseer el cuerpo y el alma de todo ser humano.

Y tejieron la telaraña de la Matrix, un gran mercado internacional, usando el Cristianismo católico romano. Iniciaron el Mundo Moderno mediante la dominación espiritual de la religión.

El II Reich provocó el reseteo de la civilización anterior, el Mundo Antiguo, y dio lugar al Renacimiento del Nuevo Mundo. Renacimiento de una nueva humanidad, o humanismo, o nuevo aprendizaje.

Desde el II Reich hay que pagar tributo a un solo Emperador, o Papa, que tiene las dos coronas en una sola: el poder real y el control absoluto en el mundo. Una santa iglesia por encima de todo y de todos en el planeta.

El escudo del Sacro Imperio Romano lo deja claro: representa a un águila bicéfala con una cabeza mirando a Oriente y otra a Occidente. Las dos cabezas están coronadas en lo  más alto por  la gran tiara papal. En una garra sostiene una espada y el báculo papal y en la otra sostiene  la esfera del orbe coronada por la cruz cristiana.

El primer Imperio inició la construcción del gran mercado mundial invadiendo países de todo el mundo y haciendo esclava a su gente. El segundo Imperio continuó con la faena.

Durante el primer Imperio, en la segunda mitad del 1700, se creó también la masonería cuyo objetivo era quitar poder a los reyes absolutistas, al Vaticano y suprimir el comercio de esclavos.

En el siglo XIX el mundo estaba patas arriba, en continua lucha por el dominio del mundo, Campos arrasados, pueblos y ciudades asoladas, edificios destruidos y escombros y cenizas por doquier.

En el siglo XVIII y XIX el mundo estuvo esclavizado por las Compañías de las Indias. Se llamaban así a las compañías que gestionaban el mercado entre una metrópolis europea y sus colonias.

Existían por la parte de Oriente:  la Compañía Británica de las Indias Orientales, la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales, la Compañía Francesa de las Indias Orientales, La Compañía Sueca de las Indias Orientales y la Compañía Danesa de las Indias Orientales.

Por la parte Occidente: la Compañía Neerlandesa de las Indias Occidentales, la Compañía Francesa de las Indias Occidentales y la Compañía Sueca de las Indias Occidentales.

El mercado, durante el segundo Imperio, estuvo dominado por los Sajones. A principios del siglo XIX, la Compañía Británica de las Indias Orientales dominaba gran parte del territorio de la India y otros territorios asiáticos. A principios del siglo XX los Sajones alcanzaron su máxima extensión esclavista en el planeta, dominando un montón de territorios de todos los continentes.

Podéis imaginar el nivel de esclavitud de los siglos XVIII y XIX.

Hasta la segunda mitad del siglo XIX no se abolió la esclavitud en Europa y sus colonias.

Y, ¿qué decir de los jesuitas, el ejército papal? Pues estos religiosos fueron grandes esclavistas. Los jesuitas se esparcieron por el mundo entero. Tenían plantaciones, granjas y escuelas y poseían esclavos para trabajar en sus propiedades.

Así  se construyó nuestro Mundo Moderno, esclavizando a la gente para el beneficio del Vaticano y la nobleza negra.

En el siglo XIX se abolió el comercio y la posesión de esclavos pero la esclavitud continuó.

Y continúa… ¡Somos esclavos de la Matrix!

 

 

miércoles, 15 de noviembre de 2023

El I Reich. Mercaderes dueños del mundo.

 

El I Reich, o primer Imperio, fue el periodo histórico que comprendió el gobierno del Sacro Imperio Romano Germánico en el mundo. Si como he dicho anteriormente, la fundación de este imperio fue probablemente en el siglo XVII, el primer reino comprendería desde su creación hasta 1806 que la historia oficial nos dice que se disolvió.

Según dice la enciclopedia Larousse este imperio, de carácter supranacional, se impuso por su fuerza espiritual. Según la historia oficial todos los Káiseres o Césares fueron de la casa Habsburgo.

Este imperio se formó como una agrupación política, integrada por los Estados imperiales centroeuropeos y del norte de la actual Italia, bajo la dirección del Kaiser o Cesar.

Es imposible conocer la realidad histórica antes del siglo XVIII, porque todos los documentos y libros que pudieran contarnos la verdad fueron requisados por el poder imperial y el sacro. Sólo podemos intentar dilucidar la verdad por lo que fue escrito durante el siglo XIX y a la vista del desarrollo de los acontecimientos más cercanos a nosotros. Todo ello contando que la historia siempre se escribe en beneficio de los que ostentan el poder.

Ahora contaré la dura realidad de los hechos acontecidos de acuerdo con el desarrollo de la historia en los años más cercanos a nosotros.

“Reich” en alemán significa “Imperio” y la palabra proviene del latín “Emporium” que significa “Mercado”. Por lo tanto, un emperador no es ni más ni menos que el dueño del mercado.

Un Emporium en la Edad Media era una agrupación de colonias comerciales, que incluían varias ciudades o condados, y el dueño y señor supremo de esas colonias comerciales era el Emperador, Kaiser, o César.

Según el diccionario actual, un imperio es una organización política de un Estado que extiende su dominio a otros pueblos y que en general tiene su poder centrado en un emperador.

Ya he dicho anteriormente que en el siglo XVIII hubo una gran brecha en la civilización. Nació el Nuevo Mundo.

Sucedió que un grupo de ricos comerciantes centroeuropeos quisieron hacerse los dueños de todos los mercados mundiales y se pusieron en pie de guerra. Estos potentados poseían alguno de los pequeños condados de Europa, que en el siglo XVIII había más de 300; pero se creyeron con el derecho de poseer la tierra entera.

Posiblemente fue en el siglo XVII cuando se fundó el Sacro Imperio Romano; el único Imperio Romano que ha existido de verdad y se hizo con la única intención de controlar todos los mercados mundiales. El único objetivo fue poder y dinero.

Cuenta la historia oficial que durante los siglos XVII y XVIII el título de César siempre recayó en la familia Habsburgo.

Pero en el siglo XVII hubo una insurrección entre los potentados amos de los condados europeos contra los Habsburgo y comenzaron una serie de luchas para conseguir el cargo máximo de Emperador, dueño y señor absoluto del mercado internacional.

Las luchas de los siglos XVII y XVIII no fueron por religión sino por poder y dinero,

¡Nos han engañado señores! ¡Con premeditación y alevosía!

No fueron luchas entre moros y cristianos, fueron luchas entre facciones de un mismo Emporium, entre hermanos y primos, que lo único que querían era dominar el mundo.

La guerra civil terminó con la batalla de Kahlenberg, con el asedio otomano a Viena en 1683, según la historia oficial.

De resultas de la guerra civil el antiguo Imperio se dividió en dos: el Imperio Otonniano, que pasaría a ser el Sacro Imperio Romano Germánico, y el Imperio Otomano, que pasarían a ser los árabes y musulmanes actuales.

Como colofón final se repartirían los dos grupos el mundo entero, que fue dividido en Occidente ocupado por El Sacro Imperio Romano y Oriente ocupado por los árabes. En occidente se obligó a confesar la religión cristiana y en oriente se obligó a confesar la religión musulmana.

Por cierto, la palabra “otto es de origen germánico y proviene de la voz “odon”, que a su vez deriva a “od, audo”que significa “riqueza” y que evoluciona a “propiedad, dueño”. O séase que otoman significa “señor de la propiedad”. Los otonianos pasaron a ser los señores de la propiedad de Occidente y los otomanos los de la propiedad de Oriente.

A partir de la repartición, las dos facciones trabajaron conjuntamente para hacer de la gente corriente sus esclavos. Todo para aumentar el beneficio de sus propiedades.

En occidente se impuso la dominación del Vaticano, con su ejército de jesuitas, junto con los insurgentes que ganaron la batalla, que se convirtieron al cristianismo, y pasaron a ser reyes de los reinos europeos.

Pero toda nueva civilización se construye sobre las ruinas de otra.

Y para construir el Nuevo Mundo tuvieron que aniquilar el Antiguo.

domingo, 12 de noviembre de 2023

Un Sistema Sanitario podrido hasta la médula

 

Nuestro Sistema de Salud no puede estar más podrido porque ha llegado al grado summum. Y no me refiero sólo al nivel político, que está putrefactado a tope, sino también a los niveles inferiores. Ya que, al igual que una manzana podrida pudre todas las de la cesta, la podredumbre política ha gangrenado todo el sistema.

Lo normal y corriente, dentro de los servicios de salud, es que los especialistas tengan un ego más grande que una catedral. En todas las áreas de trabajo, los especialistas médicos trazan una barrera en la puerta de sus despachos y todos los que no caben dentro son considerados subalternos. Los subalternos no forman parte de la élite médica y son considerados maquinaria de trabajo. Pero eso sí, si hay un fallo o un problema en cualquier momento siempre se buscará un subalterno para echarle la culpa. ¡La élite médica jamás se responsabiliza de nada!

En los hospitales no se trabaja en equipo. Sólo se cumplen protocolos.

Así que si alguno de vosotros tiene algún tropiezo en un hospital, o Centro de Salud, ya puede buscar responsables en el infierno porque aquí, en la tierra, no encontrará ninguno.

En los Centros Sanitarios está todo el mundo politizado, yo creo que hasta las cucarachas que hay en los sótanos de todos los centros. Y todos se llevan a matar.

Cada uno intenta mantener su ego a flote, intentando evitar que otro se lo pise. Pero la cosa está muy difícil. Hay que mantener “ojo avizor” continuamente vigilando que alguno de tus compañeros, o no compañeros, te ponga la zancadilla.

No es extraño que el colectivo sanitario tenga altas tasas de depresión y ansiedad.

Supongo que habrá algún lugar tranquilo en algún hospital pequeño donde se respire buen ambiente y no hostilidad; pero yo no pondría la mano en el fuego por ningún centro español.

El caso es que hasta el año 2000 el ambiente hospitalario era relativamente decente. Pero la entrada de energía del siglo XXI ha acrecentado todo lo malo de este mundo a un grado superlativo.

En este mundillo a la que te descuidas te clavan una puñalada trapera.

Antes del año 2000 tenía yo un puesto de trabajo, ganado por oposición, en un lugar tranquilo donde estaba feliz y en ningún momento pensé que alguien tuviera la osadía de arrebatármelo a traición. Pero llegó el siglo XXI, el siglo del demonio, y me jodió la felicidad.

Pasó que una cabrona sinvergüenza se encaprichó de mi puesto de trabajo y un jefe, aún más sinvergüenza y además psicópata, empeñó todas sus fuerzas en echarme de mi puesto. El jefe, pobre tipejo, es tan inseguro y miserable que temía que yo le quitara su puesto de superior.

Cuando un jefe del Sistema de Salud te hace mobbing es para echarse a temblar, porque todos los endemoniados jefes políticos se ponen de su lado. Y no sólo los jefes sino también los compañeros, que algún provecho sacan. El sistema favorece y premia las discordias.

¡No hay justicia que valga!

Yo no temblé y me metí en un mar de juicios. Sabía que acabaría perdiendo pero no soy de las que dejan que la pisen sin defenderse.  

Me castigaron con cinco años sin trabajo ni sueldo. Cumplí mi castigo y volví a otro puesto de trabajo con la cabeza bien alta.

Mi caso es sólo un ejemplo y dentro del sistema aragonés de Salud hay unos cuantos más, bastante similares. Todos posteriores al 2000.

El siglo XXI nos ha traído una energía muy revuelta. La maldad y el odio del mundo han salido a flote.  

Por la ley de la atracción, un sistema atrae una energía igual a la que él contiene. Es decir, que un sistema hostil atraerá energía hostil. Por lo tanto, no es extraño que haya tantos ataques físicos de pacientes que pierden precisamente eso…su paciencia. Cada día hay más clientes que se dan cuenta que el sistema no les sirve a ellos; ¿por qué será?

Y es que es muy patente que el sistema de Salud tiene otros intereses que no son precisamente cuidar de nuestra salud.

Lo raro, raro de verdad, es que a pesar de todo el sistema funciona mínimamente gracias al empeño de muchos de sus trabajadores.