Las armas que utiliza
este satánico personaje son las mismas que tiene la mafiosa organización
macaquil y que pone a disposición de todos sus miserables adeptos.
La primera es la mentira.
Manejando la mentira a su
antojo consiguen, y han conseguido desde el inicio de los tiempos, doblegar a
la humanidad a su capricho.
Todos sabemos que mienten
como bellacos y que su vida entera está basada en la falsedad y el engaño. Pero,
como buenos troleros que son, se las han apañado siempre para hacernos creer
que ellos tienen la razón.
Bueno, a decir verdad,
siempre ha habido gente que ha reaccionado ante sus mentiras, pero éstos
siempre han recibido su merecido; es decir palos y cárcel.
Total, que la gente corriente hace lo que cree que
más le conviene: actuar como si se creyera sus mentiras y callar.
De esta manera los
macacos pueden mentir a destajo con la seguridad de que siempre saldrán
indemnes.
Y así el satánico
Elangelito ha cargado de mentiras mi segundo expediente, convencido de que el
miserable juez Blanco le concederá total y absoluta credibilidad.
Por eso se atreve a decir
sin ningún problema, ni remordimiento, que yo desde hace muchos años he
mostrado de manera reiterada una notoria falta de incumplimiento de mis
funciones, incumplimiento injustificado del horario o jornada de trabajo y nula
integración en el equipo de Análisis objetivada por los impedimentos
manifestados en la realización de cursos de formación.
Esto lo plasma en las
acusaciones, a pesar de que hay un escrito enviado a la Dirección del hospital
en el que el Capitán dice textualmente: “Entrando en el contenido de la
solicitud tengo que decir que los facultativos de este servicio cumplen el
horario laboral establecido, adaptándose a las necesidades del servicio”.
Y encima dice que no he
realizado cursos de formación, cuando desde que él está en el hospital no se ha
convocado ninguno y anteriormente los hice todos.
¡Elangelito sabe que su
palabra es la verdad, por ordeno y mando!
La segunda es el poder.
Gracias a sus mentiras y
engaños se han hecho poderosos y se han autoproclamado los reyes del mundo.
Un poder que les permite poner leyes y normas que
ellos son los primeros en no cumplir.
Más de un macaco
prepotente se ha atrevido a decir sin tapujos, y delante de un público que le
ríe la gracia: “¿Para qué están las leyes? Pues para violarlas, como las
mujeres”.
Pero claro, entendiendo
que eso sólo lo pueden hacer los poderosos macacos.
Un poder que les permite engañar, estafar,
arruinar, machacar y torturar a la gente honesta.
Un poder que ha
desembocado en la crisis social y económica que actualmente tenemos.
¡El poder es la ley!
La tercera es la justicia.
Por el mismo poder que se
han otorgado los macacos a sí mismos, también se han hecho justicieros del
mundo.
El sistema judicial depende totalmente de los
macacos, de ahí que el juez
Blanco esté a su merced.
Su Ilustrísima Señoría no
siente ninguna necesidad de averiguar la verdad, porque sabe que la verdad
tiene que concedérsela a Elangelito.
¡El poder es la justicia!
La cuarta es el espionaje.
Un arma muy importante para saber de qué se queja
la gente y poder oprimirla por donde más le duele.
Actualmente, gracias a la
informática, es muy fácil espiar a la gente en el trabajo.
De hecho, la ley permite
a los Jefes, y por tanto al Capitán, espiar a los trabajadores que están a su
cargo.
El Capitán puede poner
medios audiovisuales para controlar continuamente lo que hacemos todos los
trabajadores del servicio.
El Capitán puede, y lo ha
hecho, entrar en mi terminal de trabajo y acceder a todos los documentos por mí
guardados.
El Capitán no puede
directamente, pero sí los macacos como administradores del servicio que son,
acceder y controlar el correo electrónico del trabajo.
Todo lo anterior es legal por orden macaquil.
Pero lo que no es legal,
y es lo que ha hecho varias veces el Capitán, es entrar en mi terminal e intentar
descubrir mi clave de acceso, supongo que para boicotear mi trabajo después.
¡Donde hay poder hay
espionaje!
La quinta son las alianzas.
Por egoísmo la gente pierde la honestidad y se
alían con los macacos que tienen poder.
Los poderosos lo tienen
muy fácil porque gran parte de la población es egoísta, nada solidaria con el
que sufre, y son capaces de hacer cualquier cosa con tal de sacar tajada.
La ambición de los
poderosos, que se han erigido en controladores de nuestras vidas, invoca a la
ambición y egocentrismo de la gente corriente y genera estrategias de
sometimiento deleznables y eficaces.
Todos aquellos que son
tentados con las dádivas de los macacos se convierten en fieles representantes
de sus intereses y de esta manera esperan su recompensa: las migajas que tengan
a bien concederles sus amos en sus chanchullos inacabables.
Nadie que quiera estar en la rueda del sistema
público puede rebelarse ante las injusticias y ni siquiera denunciarlas porque
los macacos son los organizadores y promotores del sistema.
Es un sistema bien
engranado que cae en cascada, en la cual cada nivel depende del superior y hace
depender a los que están abajo. Así cada uno es servidor de su superior y dueño
del que esta debajo.
En mi caso, dentro de
esta línea de actuación se pueden incluir mis no-compañeros y los
sindicalistas.
¿Quién puede tener
mejores guardianes que aquellos que preservan con ferocidad sus propios
intereses?
¡Nadie osa morder la mano
de su amo!
La sexta es la guerra.
Cuando alguien protesta y se rebela, los macacos
despliegan toda la artillería.
Cuando se acumulan las
injusticias la gente protesta, y entonces los macacos utilizan todas sus armas
para intentar callarlos y doblegarlos a sus intereses.
Despliegan todo el terror
a su alcance, pero adaptado a las circunstancias.
Lo que en mi caso hacen a
través del mobbing, como bien sabéis.
El mobbing es una forma de terror sofisticada y adaptada a nuestra
sociedad actual en la que no está bien visto dirimir los asuntos con armas de
fuego, ni a guantazos.
El acoso persistente durante años, por parte de
jefes y compañeros, provoca trastornos físicos y psíquicos severos a la persona
objeto del mobbing.
Con este método, el
acosado normalmente es inutilizado para siempre.
De esta manera la guerra
habrá cumplido su objetivo, pues la primera función de un chivo expiatorio es
que todos acepten la supremacía de poder del acosador.
¡El poder es opresión y
tiranía!
Y la última y la más importante de todas es el
miedo de la gente.
El gran miedo que
provocan en la gente normal y corriente, que no se alía con ellos, es una
consecuencia de las seis armas anteriores.
Pero esta es la más
importante de todas porque el miedo nos
mantiene callados ante las injusticias, y así los macacos pueden hacer y
deshacer a su capricho.
Nadie quiere sufrir el
maltrato en su propia carne, así que los
que tienen miedo miran hacia otra parte, hacen que no ven y no saben nada,
intentando que no les salpique y que el poder no se vuelva contra ellos.
¡El miedo es la gran
fuerza del poder!
Y, cuando se pone en
manos de un macaco el arma intangible del poder, se le despiertan sus más bajas
pasiones.