miércoles, 26 de marzo de 2014

Actor secundario. Soldado nº 1

Personaje arrastrado por las circunstancias. No tiene madera de acosador, pero como él mismo dice: “hay que estar en el equipo ganador”.

Es el único analista hombre, soldado raso, que tiene plaza fija en el laboratorio, y fue trasladado a la fuerza, como yo, pero se adaptó bien y pronto.
Tenía dos ventajas sobre mí, una que es hombre, y la otra que nunca ha destacado por su inteligencia. No representaba ninguna amenaza para el Capitán. Éste sabía que el soldado haría siempre lo que él le ordenara.

¿Te acuerdas lo que solías decir del Capitán, hace ya mucho tiempo?: “Que le gustaba ser jefe más que a un niño un caramelo”.
Pues bien, ese fue mi gran problema.

A diferencia de ti, yo soy mujer y encima saqué el número “1” en la oposición de Análisis en que nos presentamos los dos, el Capitán y yo. ¡Siempre me ha tenido manía!

Pero tú tenías que adaptarte a los caprichos del Capitán y de la Sargento. Ellos te inyectaron toda la rabia y todo el odio que tenían contra mí.

Por eso me diste un empujón, un día hace ya tiempo, echando con fuerza tu inmenso cuerpazo contra mí, cuando yo estaba tranquilamente hablando con una técnico. Para descargar toda tu rabia, ¿no? ¿Te quedaste descansado?

Por eso me arrancasteis de cuajo el intermitente lateral de mi coche, para descargar toda la rabia grupal. ¿Os quedasteis descansados y felices?

Pero también hubo momentos emocionantes para ti.  
¿Te acuerdas de aquel día que participaste en una escaramuza de linchamiento, orgía acusadora y acosadora, y me atacasteis, cogiéndome desprevenida, en la pequeña salita donde estaba yo sola desayunando?
¡Que importante te debiste sentir aquel día! ¡Tú, un simple soldado, formando una horda de linchamiento junto con el Jefe de Personal y el macaco Molino! ¡Qué enardecimiento y qué emoción! ¡Casi se te sale del pecho el corazón!
¿Te acuerdas de cómo mirasteis a ver si estaba sola y cómo entrasteis de sopetón para que nadie os viera y rápidamente bloqueasteis la puerta, entre el jefe de personal y tú,  para que nadie pudiera entrar y yo no pudiera salir? ¡Para que nadie os quitara la diversión!
¿Te acuerdas de cuantas veces me acusó el macaco Molino de no querer trabajar, repitiéndomelo, una y otra vez, como un disco rayado, sin poder decir yo ni una palabra? ¿Cuántas veces serían?, ¿veinte o treinta?
Y me quitó todo mi trabajo, y me dejó sin poder hacer nada.
Y al día siguiente el Capitán remató la faena diciéndome que no podía estar en mi puesto de trabajo, porque el macaco Molino me había quitado todo mi trabajo, es decir, me habían echado.
¡Ah! ¡Pero hay que recordar que tú hiciste una aportación muy importante! ¡No se te ha de quitar mérito! Le sugeriste al macaco Molino que me tenía que quitar las guardias.

¡Qué valor el vuestro! Tres hombres potentes contra una mujer indefensa.
Aquel día sí que creísteis que me habíais aniquilado, ¿verdad? Pensasteis que habíais acabado conmigo.
Pensasteis que abandonaría rápidamente el laboratorio y que me podríais acusar de “abandono de puesto de trabajo”. O, ¿quizás pensasteis que en el camino a casa, con lo nerviosa que me habíais puesto, tendría un buen accidente y me iría al otro barrio?

Sea como sea, sí que pensaste que toda tu amargura se acabaría aquel día.

Y la verdad sea dicha, podría haber sido así, porque aquel día casi me volvéis loca.

Pero ya ves, aún sigo en mi puesto de trabajo. Gracias a Dios, soy como el “ave fénix”, que renace de sus cenizas.

¡Qué valor el tuyo, contra las mujeres! ¡Qué machismo!

¿Te acuerdas con qué agresividad solías tratar a tus mujeres (técnicos) en tu pequeño laboratorio, de donde tú te sentías el jefe?

Y, ¿te acuerdas cómo hacías llorar a la que siempre te sacaba las castañas del fuego?
Y ahora, que esa técnico está trabajando en el hospital, y no te sirve para nada, ni siquiera la saludas.

¿Será por tus viejos fantasmas?, ¿o será por mí?; ¿o será porque, como tú vas diciendo por ahí, está en el equipo contrario?

Y, ¿cuál es el equipo contrario? ¡El de las mujeres que no le besan el trasero al Jefe!

Y, ¿qué decir de tu declaración ante el juez de lo penal y ante la Instructora de mi expediente? Nada especial.
Descargaste toda tu rabia con las mentiras que te habían preparado, el Capitán y la Sargento, en las maquiavélicas reuniones de trabajo.

Pero tú ya sabes que se coge antes a un mentiroso que a un cojo, y de toda la banda de mentirosos del laboratorio, tú serás el más fácil de cazar. Y te voy a explicar por qué.

¿Te acuerdas cuál era nuestra situación hace diez años? Pues en ese momento a mí me obligaban a sustituirte por vacaciones. Ese año sólo coincidimos quince días trabajando juntos, más o menos.

Y, ¿te acuerdas de cuál era nuestra situación hace cinco años? Pues, entonces declaraste ante el juez de lo penal soltándole, ya no me acuerdo qué sarta de mentiras, pero viniéndole a decir que yo me había portado mal contigo y te había amargado la vida.

Y después a la Instructora le soltaste las mismas mentiras y unas cuantas más.

Para cuando vomitaste tus mentiras a la Instructora, entre mis bajas y tus bajas, mis vacaciones y las tuyas, y los días de fiesta correspondientes, llegaríamos a trabajar juntos, como mucho, treinta días.

¿Quién se va a creer que en esos pocos días yo te amargara la vida? Más bien, culpa a tus amigos y compañeros de ejército.

Y ¿quién se va a creer que tú  puedas tener la más mínima idea de mi comportamiento y desarrollo de trabajo en el laboratorio?
Lo dicho, mentiras preparadas por el Capitán y la Sargento.  
   
Y ya para acabar, un consejo para ti:
¡Cúrate toda la rabia y todo el odio que te atormentan el alma! ¡Tu salud te lo agradecerá! ¡Seguro!

viernes, 14 de marzo de 2014

Actriz secundaria. La Cabo de Hierro.



Personaje imprescindible para el Capitán. Él la puso en el cargo de Cabo y gracias a él sigue en el cargo, a pesar de los cambios políticos y de todas las marranadas que ha hecho a sus soldados no favoritos.
El Capitán no podría hacer nada sin ella. Está total y enteramente a su servicio. Es una mujer y al Capitán le encanta tener mujeres doblegadas a su capricho.

No tiene madera de acosadora pero adora a su Capitán de manera ciega, y lo daría todo por él. Y por otra parte, ¿qué haría su Capitán sin ella?

Y dicho sea de paso, le encanta su trabajo. Tiene más de treinta soldados femeninas a su cargo; ha ido eliminando las que no le gustaban al Capitán y se ha quedado con las que se adaptaban bien a sus deseos.

Bueno, bien pensado, no todas las soldados en activo le gustan al Capitán, pero sólo son un puñado que se puede contar con los dedos de una mano. ¡Es una pena!, no ha podido deshacerse de ellas, pero por otra parte, las tiene bien controladas. Así que, ¡no molestan tanto!

Pero ya sabes como son estas cosas del querer, nunca son para siempre y menos con un personaje sin empatía. Todos somos objetos de usar y tirar, incluso tú. Y ya hay una aspirante al puesto de Cabo, entre tus soldados, haciendo favores a tu adorado Capitán.

¡Todo sea por él!, tenías que encontrar la manera de hacerme la puñeta, y la encontraste.

¿Te acuerdas de aquella vez que me acusaste de no ir al laboratorio, en una guardia, para cambiar la aguja del aparato de Urgencias?
¡Oh! Aquella vez fuiste muy aguda, porque me dejaste sin agujas de recambio, ya que eras tú la encargada del suministro de material. Porque, ¿de dónde podría sacar yo la aguja, en un domingo?

Y… ¿Te acuerdas de cuando yo hacía guardias, cómo me controlabas a través de alguna de tus soldados? ¿Te acuerdas de cómo hacías que me llamaran a casa, para ver si yo contestaba?

¡Qué útil e importante te sentías entonces! ¡Cómo corrías a contarle al Capitán las cosas importantes para él, que creías haber encontrado!

Y, además, entonces te hacían participar, el Capitán y el Sargento, en las reuniones maquiavélicas donde me poníais verde, maquinabais las guarradas que después me haríais y coordinabais todas vuestras mentiras.
¡Eso sí que era grande! ¡Los tres formando un equipo! ¡Qué orgullo para ti!  

Pero la etapa más importante fue, sin lugar a dudas, la del macaco Molino. Entonces sí que fue un tiempo emocionante. Como el resto de la banda maquiavélica, te hiciste amiga de él y tenías vía directa para ir a contarle las cosas que me implicaban a mí.

¡Qué rápido fuiste a él cuándo en una de mis guardias te empeñaste en que me tenía que haber presentado en el laboratorio! ¡Y era mentira! Pero, eso daba igual porque el miserable macaco no entiende ni patata de las cosas del laboratorio.

Y, ¿te acuerdas de que hiciste una fotocopia del libro de incidencias de la guardia de ese día? Pues bien, para tu información y para que estés contenta y orgullosa de lo útil que fuiste, te diré que sí, que esa fotocopia sale en mi expediente y que es uno de los motivos de mi acusación.

Y ya para acabar, ¿qué he de decir de lo importante y orgullosa que te debías de sentir el día de la declaración ante el juez de lo penal?, y, ¿el día de la declaración ante la Instructora de mi expediente? Pues nada original, más de lo mismo. Como la Sargento, vomitaste todas las mentiras que habíais preparado en vuestras reuniones maquiavélicas. ¡Todo el veneno fuera! ¡Eso sí, con mucha pasión!  

¡Oh! ¡Qué grande y miserable eres!

lunes, 10 de marzo de 2014

Actriz principal. La Sargento de Hierro.

Es tan importante como el actor principal. De hecho, es la que en muchas ocasiones da la cara por su querido Capitán, a diferencia de éste, que suele dar puñaladas traperas. Llevan tanto tiempo juntos que piensan igual, y la Sargento es el eco del Capitán. Se complementan muy bien.

Es un personaje con mucha testosterona en el cuerpo, la cual le da mucha marcha y seguridad en el mundo machista en el que nos movemos.

Es una acosadora nata, lo hace por propia voluntad, por prepotencia, por la sensación de poder que le da, por satisfacción personal y por diversión. Sí, sí, ¡la diversión es lo más importante de todo!

Porque, ¡qué divertido es pasar justo por mi lado y dejar caer un “tonta”, “estúpida”!, con un tono de voz bajito, de manera que sólo lo pueda oír yo. ¡Cómo te llena eso de satisfacción!

O, ¡qué bien te lo pasabas cuando yo estaba trabajando y te juntabas justo detrás mío, con mis no-compañeros, a hablar y a reírte a carcajadas! ¿Qué querías, que viera lo feliz que eras? Pues bien, puedes estar satisfecha, sí que lo veía.

O, cuando me acusaste de agredirte, al macaco Gerente, y éste me envió a casa una carta amenazante, por portarme mal. ¡Ésa sí que fue buena!, porque fuiste tú la que me agrediste a mí. ¿Te acuerdas?

O, ¡qué puede ser más divertido que montar reuniones maquiavélicas de trabajo a las que tengo prohibida la asistencia! Lógico que no me dejéis asistir, porque no hay mejor manera de ponerme verde, y coordinar vuestras mentiras contra mí, que una reunión de trabajo. ¡Qué buena diversión es esa! Mejor que ver una película, ya que así la película la montáis vosotros.

Pero, lo que ya fue el sumun de la diversión, fue el día que el macaco Director montó la orgía acusadora y acosadora. ¿Te acuerdas de aquella reunión-orgía? ¿Te acuerdas cuántas veces repetiste que yo llegaba tarde y que había días que no llegaba? ¿Recuerdas que dijiste que 25 veces dirías, en cualquier lugar del mundo, que yo llegaba tarde?
¡Ja, ja, ja! ¡Eso sí que fue una buena diversión! Sobre todo considerando que eras tú y no yo la que llegaba tarde. ¿Te acuerdas que, por entonces, llegabas a las 9h, es decir, una hora tarde y que el Capitán aún llegaba más tarde que tú? ¿Y te acuerdas que el Capitán y tú no parabais, y seguís sin parar, de cogeros días de fiesta sin justificar?
¡Qué felicidad la vuestra, la de aquel día! Conseguisteis que el macaco Director me obligara a fichar a partir de entonces. He sido el único facultativo, en toda la historia del hospital, que ha sido obligado a firmar. ¡Podéis sentiros orgullosos de vuestro logro!

¿Te acuerdas del macaco Molino y lo amiga que te hiciste de él? Fue una pena que tuviera que marcharse del hospital, ¿verdad? ¡Cuánto poder te daba, cuando el Capitán faltaba al trabajo! Entonces sí que te sentías la Jefa del Laboratorio.

Y… ¿Te acuerdas cómo recurrías al macaco Molino, cuando faltaba el Capitán, para que me obligara a hacer un trabajo que no me correspondía y que yo no podía hacer porque ya estaba ahogada de trabajo? ¡Entonces sí que te sentías poderosa! ¡Qué tiempos aquellos! ¡Qué orgullo y qué felicidad!

Y… ¿Te acuerdas del día que le pudiste soltar a la Instructora de mi expediente toda la sarta de mentiras que habíais estado preparando durante tiempo entre todos? Ese día vomitaste todo el veneno que llevabas dentro. Total, sabías que la Instructora no había venido a buscar la verdad, sino a buscar cosas de las que poderme acusar.
¡Qué descansada te quedaste!
¡Qué importante, orgullosa y satisfecha te sentiste ese día!

¡Qué tiempos aquellos tan felices para ti y tan miserables para mí! ¡Qué lástima que no puedan volver!, ¿verdad?

Pues nada, aquí te dejo unos buenos y divertidos recuerdos, para que te sigas divirtiendo mientras puedas.

Pero recuerda que la última carcajada aún no está echada.

Y, el que ríe el último, ríe mejor.

viernes, 7 de marzo de 2014

Actor principal. El capitán de hierro.


Es el acosador principal. Él inició la agresión psíquica y la violencia verbal contra mí y se puede decir que es un experto en el maltrato emocional. Desde el momento en que entré en su laboratorio, empezó a maquinar la forma de echarme de él.
Es un personaje tóxico que intenta manipular a todos los que están a su alrededor para sacar ventaja de la situación en que se encuentra, a cualquier precio y sin escrúpulos.

El maltrato emocional, la agresión psíquica, la violencia verbal, la tortura mental y la manipulación emocional son formas invisibles de violencia que algunas personas utilizan para conseguir lo que quieren, o para tener a una persona bajo su dominio. Hay personas que recorren al maltrato encubierto como una manera de vivir y subsistir.
La violencia verbal es la manera más fácil de rebajar a la víctima y hacerle sentir que no vale nada. Y encima no está mal vista por la sociedad machista en la que vivimos.

Descalificar, gritar, insultar y amenazar, junto con la mentira, la manipulación y el engaño son parte del folclore del acosador. Su seguridad y autoestima se nutre del daño y la humillación que pueda ocasionar a su víctima, aumentando así su satisfacción emocional.

El Capitán no ve a la gente como personas, es decir como alguien a quien se ha de tratar con respeto, sino como objetos, y como cosas que él puede utilizar para su placer y beneficio. En él la empatía brilla por su ausencia, para él los trabajadores somos máquinas a su servicio y los pacientes son sólo números a los que corresponden unos resultados.

Todo su interés radica en las máquinas, es lo único importante para él.
En un tiempo de crisis como el actual, en el que hay desabastecimiento de material y de medicamentos en muchos centros sanitarios del reino, el Capitán gracias a sus buenas relaciones con los macacos ha conseguido un nuevo y grande aparato de análisis para su querido laboratorio. Y precisamente nada barato.

El lugar donde trabajamos no es muy grande, pero está embutido de aparatos y eso es lo que hace importante a su querido laboratorio.
Casi no hay espacio para que se muevan las trabajadoras entre tanto trasto y el aire está permanentemente viciado, pero ¿qué importa eso? Al fin y al cabo, todos somos máquinas menos el Jefe, y éste ya tiene su despacho independiente.

Lo importante es que en estos momentos el Capitán está henchido de orgullo y muy contento. No parece que nada nuble su felicidad. ¿Verdad, Jefe?