domingo, 5 de mayo de 2013

¡Gran Tragicomedia!


Una tragicomedia constante, eso es lo que es el lugar donde trabajo. Digna de ser llevada al cine o al teatro.

Ya he dicho en repetidas ocasiones que el Sistema de la Calidad es una gran mentira. Nos quieren hacer creer que algo funciona de maravilla, cuando la realidad es que es un desastre monumental. Pero poderoso caballero es Don Dinero, y los macacos pagan muy bien para hacer callar la boca.

Nunca habían ido las cosas tan mal como desde que se empezó a montar el rollo de la Calidad. Antes trabajábamos, más o menos, en equipo; una más, o sea yo, y otros menos, o sea el resto. Pero las cosas iban funcionando sin grandes desastres.

Pero el Capitán de Hierro decidió que teníamos que entrar en la Certificación de la Calidad y se montó la gorda.

Las cosas empezaron a ir muy mal. Aprovecharon el rollo de la Certificación para establecer una tiranía en el laboratorio. Empezaron a amargarme la vida a mí y al personal que trabajaba conmigo. Consiguieron eliminar a todos los técnicos que habían trabajado a mi lado, que eran contratados, y se quedaron con todos los que les besaban el trasero y algunos que se les escapó.

Posteriormente hicieron nuevas adquisiciones, pero sobre todo adquirieron a una inútil que sabe besar el trasero muy bien. Dedicaron a esta inútil a amargarme los días de guardia. Se inventaba cosas y las escribía en el libro de incidencias, y al día siguiente de una guardia mía rápidamente pasaba el parte a la Cabo de Hierro. ¿Desde cuándo se ha visto que a una técnico le den derecho a valorar el trabajo de un médico?

Todo esto acabó un día en un error garrafal gordísimo de todo el hospital.

Por un error de laboratorio de esta joya de técnico acabó una familia acusada de algo muy feo. El error disparó los protocolos de protección del hospital y el caso acabó en los juzgados por un daño moral a la familia.

Y la macaca No-eh-no tuvo que pagar más de 50 mil euros. Pero claro a ella eso no le importa nada. ¡Total, lo pagamos todos nosotros! ¡Qué más les da a los macacos!

El asunto salió publicado en los periódicos. Suerte que yo estaba de baja, si no seguro que me echan la culpa a mí de todo.

¡Qué fácil es pagar con el dinero de los demás! ¡Así nos van las arcas públicas!

La Inoperancia de Salud Laboral



A Salud Laboral fui porque me insistió mucho mi médico de cabecera. Este es un servicio que depende directamente de los macacos, directamente del Servicio de Salud.

Yo realmente no quería ir. Estaba más que harta de explicar y explicar mi caso. La verdad es que se pasa muy mal, recordándolo una y otra vez. Se sufre muchísimo, porque es pasar por la mente una y otra vez la misma película y el mismo dolor.
No quería ir, pero fui. Mi médico me lo ofreció varias veces y al final acepté, porque tenía la sensación de que si no iba no se quedaría tranquilo; como si no tuviera un respaldo para mantenerme la baja hasta que me curara.

Total, pensé: soy una mujer enferma, física y psíquicamente, por un problema de machismo maquiavélico en el trabajo, supongo que mal no me irá. Era de suponer que mal no me iría, ¿no?; que no me iba a perjudicar ¿no? Pues no me fue mal no, me fue de lo peor.

Se suponía que me tendría que haber ayudado, dado algún soporte aunque sólo fuera mental y empático, ya que la médico era una mujer. Pero no, se negó en rotundo a ayudarme. Desde el primer momento me escuchó con una sonrisa torcida. Fui varias veces y la sonrisa torcida no le desapareció nunca y encima en cada nueva visita aumentaba la expresión de desprecio en su cara. Acababa yo, al salir de la consulta, con el ánimo por los suelos.

Tenía muy mala cara, se la veía muy amargada; es como si me dijera: yo soy mujer y lo paso mal, ¿por qué no ibas a pasarlo tú?

El colmo de todo fue cuando le pedí un informe para el juzgado. Se negó en rotundo a hacérmelo e incluso me dijo que si me lo hacía no me serviría para nada. Como es lógico, me cansé de soportar su desprecio y dejé de ir.

Ya sabéis: ¡Machistas al poder por siempre! ¡Muchas mujeres os ayudan!