Una tragicomedia
constante, eso es lo que es el lugar donde trabajo. Digna de ser llevada al
cine o al teatro.
Ya he dicho en repetidas
ocasiones que el Sistema de la Calidad es una gran mentira. Nos quieren hacer
creer que algo funciona de maravilla, cuando la realidad es que es un desastre
monumental. Pero poderoso caballero es Don Dinero, y los macacos pagan muy bien
para hacer callar la boca.
Nunca habían ido las
cosas tan mal como desde que se empezó a montar el rollo de la Calidad. Antes
trabajábamos, más o menos, en equipo; una más, o sea yo, y otros menos, o sea
el resto. Pero las cosas iban funcionando sin grandes desastres.
Pero el Capitán de Hierro
decidió que teníamos que entrar en la Certificación de la Calidad y se montó la
gorda.
Las cosas empezaron a ir
muy mal. Aprovecharon el rollo de la Certificación para establecer una tiranía
en el laboratorio. Empezaron a amargarme la vida a mí y al personal que
trabajaba conmigo. Consiguieron eliminar a todos los técnicos que habían
trabajado a mi lado, que eran contratados, y se quedaron con todos los que les
besaban el trasero y algunos que se les escapó.
Posteriormente hicieron
nuevas adquisiciones, pero sobre todo adquirieron a una inútil que sabe besar
el trasero muy bien. Dedicaron a esta inútil a amargarme los días de guardia.
Se inventaba cosas y las escribía en el libro de incidencias, y al día
siguiente de una guardia mía rápidamente pasaba el parte a la Cabo de Hierro. ¿Desde
cuándo se ha visto que a una técnico le den derecho a valorar el trabajo de un
médico?
Todo esto acabó un día en
un error garrafal gordísimo de todo el hospital.
Por un error de
laboratorio de esta joya de técnico acabó una familia acusada de algo muy feo. El
error disparó los protocolos de protección del hospital y el caso acabó en los
juzgados por un daño moral a la familia.
Y la macaca No-eh-no tuvo
que pagar más de 50 mil euros. Pero claro a ella eso no le importa nada.
¡Total, lo pagamos todos nosotros! ¡Qué más les da a los macacos!
El asunto salió publicado
en los periódicos. Suerte que yo estaba de baja, si no seguro que me echan la
culpa a mí de todo.