Esta entrada está dedicada a mis
amigos, a aquellos que se preguntan o me preguntan por qué no pido un traslado,
o simplemente por qué no me marcho, en caso de no poder conseguirlo. Algunas me
dicen que ellas no hubieran aguantado este suplicio y que se habrían largado
sin más. Abandonar para no sufrir.
Pues bien, son ya once años de
martirio, pero en ningún momento ha pasado por mi mente la idea de pedir un
traslado o abandonar mi puesto de trabajo. Mi hija me dice que soy masoquista. Pues
no, no es cuestión de masoquismo, sino que me gané mi puesto de trabajo con el
sudor de mi frente y no estoy dispuesta a que un puñado de machistas acérrimos
me lo quite sin luchar por ello. Por otra parte, está en mi pensamiento, y es
mi deseo, aportar mi pequeño granito de arena por una sociedad más humanitaria
y solidaria.
He vivido de primera mano el
sufrimiento del acoso despiadado que esta sociedad machista impone a las
mujeres y mi pequeña contribución es dejarlo plasmado, haciéndolo público.
He vivido el acoso institucional del Sistema Sanitario Aragonés, el Salud, que tiene licencia para matar con el apoyo y la protección del Clan Judicial; lo he denunciado y lo seguiré haciendo por el resto de mi vida.
He vivido el acoso institucional del Sistema Sanitario Aragonés, el Salud, que tiene licencia para matar con el apoyo y la protección del Clan Judicial; lo he denunciado y lo seguiré haciendo por el resto de mi vida.
Vivimos en una sociedad machista con
una falsa democracia, en realidad una autocracia gubernamental, donde mujeres y
hombres con deseos de una sociedad igualitaria y solidaria tienen que ser
aplastados para que sigan prevaleciendo sus valores. O me someto a las
condiciones machistas, e inhumanas, que me impone el Salud, o me espera la
miseria y la angustia del paro laboral. No hay elección.
El Salud, un sistema sanitario que no
está organizado para responder a las necesidades sociales y que lo último que
le interesa es mantener la salud de las personas, trabajadores y pacientes.
Un Salud cuyo único objetivo es el de
generar beneficios para el poder político de turno y sus amiguetes.
Un Salud donde cualquier miserable
jefecillo machista, como el Capitán de Hierro, puede satisfacer sus más íntimos
anhelos de poder y prepotencia, cual cacique tirano en su feudo.
Un Salud donde impera una actividad
alienante, el porque lo digo yo, el ordeno y mando de jefes y jefecillos que
así mantienen activa su cuota de importancia.
Un Salud donde el desarrollo del
trabajo bien hecho está lleno de escollos: enchufismo, intrigas, favoritismo,
mentiras y fullerías; de hecho, trampas y embustes sirven a los mejores trepas
a llegar a lo alto del sistema y a mantenerse en él.
En fin, un Salud que martiriza a los
trabajadores que denuncian las malas praxis del sistema con el beneplácito del
Clan Judicial.
Unos jueces miserables que creen que
las leyes están para violarlas y que
practican el “hecha la ley, hecha la trampa”.
Unos jueces que conceden total
impunidad a los políticos y a los jefes y jefecillos que conforman el Salud.
Con ello, estos jueces mezquinos satisfacen su ansia de orgullo,
poder y prepotencia.
Por todo ello, no, señores, yo no abandono.