jueves, 27 de diciembre de 2012

¡Ojo con los macacos!

En mitad de mis vacaciones, me enviaron los macacos de sanidad un burofax diciéndome que ya no me presentara a trabajar y que no volviera en dos años y medio, en un claro intento de fastidiarme las vacaciones. No lo consiguieron, pues las pasé fuera de casa y no pude recogerlo. El día antes de ir a buscarlo me puse muy mal y tuve que ir a Urgencias; me dieron la baja por enfermedad.
 
Ahora, después de veinte días de baja y 2 meses de cumplimiento de la sanción impuesta por los macacos, ya vuelvo a trabajar por orden del juez.

Recibí el auto del juez diciéndome que me incorporara inmediatamente un viernes y ese mismo día me presenté al macaco Tubejo, el actual Director del hospital. Me miró como si yo fuera una aparición o un fantasma, estaba atónito. Le costó reaccionar y me dijo que no tenía notificación oficial, que volviera el lunes siguiente, que seguro ya la tendría.

Volví el lunes y el Macaco Tubejo me dijo que ya tenía conocimiento de que yo iba a volver, pero no oficial, y que me darían de alta ese mismo día pero que me fuera a casa, que ellos ya me avisarían cuando me pudiera incorporar a mi puesto de trabajo. Y digo yo: ¿Cómo podía tener conocimiento, de que me tenía que incorporar, y no fuera oficial?

¿Sería posible que me regalaran días? ¿Cuándo me habían hecho ese regalo los macacos? ¡Nunca! Todo lo que habían hecho hasta ahora era intentar fastidiarme los que me pertenecían legalmente.

Llamé a mi abogado y le pregunté: ¿Qué tenía que hacer? Me dijo que si me quedaba en casa podía recibir una carta acusándome de que no me había presentado a trabajar. 
¡Ya estamos otra vez! ¡Una trampa más! ¿Cuándo se acabarán?

Volví a presentarme el martes. ¡Volvió a mirarme con cara de alucinado! Me preguntó que qué hacía allí si él me había dicho que me quedara en casa.
Le contesté que yo me tenía que incorporar, y que sólo me quedaría en casa si él me firmaba un papel diciéndome que me quedara.
El macaco Tubejo resoplaba, se veía que no sabía por dónde cogerlo. Me dijo que me harían un escrito en Personal y me fui a mi lugar de trabajo.

Me pasé casi toda la mañana sin hacer nada y esperando el escrito que no llegaba. Al final, y después de insistir dos veces, me llamaron de Dirección para que fuera a hablar con el Director. 
Me entregó un papel con un rollo escrito en el que, entre otras cosas, me comunicaban que me daban de alta en la Seguridad Social y que quedaba en suspenso la ejecución de la sanción impuesta.

Entre las cosas interesantes que me dice en el escrito está: “…se le recuerda que tiene todos sus derechos pero también debe cumplir con todas sus obligaciones y, entre ellas y como muy principales, las sujetas a la obediencia de sus superiores en el orden y área del desempeño de sus funciones profesionales…”

¡Serán canallas! Yo nunca he dejado de cumplir las normas que han impuesto mis superiores, pero ellos sí que incumplen las suyas y, entre ellas y como muy principales, las de respetar los derechos de los trabajadores, y en este caso los míos.

Y en cuanto a la obediencia: yo siempre he hecho lo que me mandaba el Jefe. ¿Se referirá a una obediencia ciega?, ¿a hacer lo que mandan aunque esté mal hecho?

Acaba el escrito con una amenaza: Si no me comporto bien se lo dirán al Juzgado. No podía ser de otra manera; se pasan la vida amenazando y metiendo miedo. ¡Así funcionan los macacos!

En cualquier caso el Director no firmó que me fuera a casa y que ya me avisarían para comenzar a trabajar. 
De esta manera me volví a integrar en mi trabajo.

4 comentarios:

  1. He seguido el enlace desde Heraldo de Oregón a este blog y resulta evidente por lo escrito allí y aquí que tú eres Rosa Andrés Moreno, la persona que ha sido expedientada por el Salud en Barbastro. Hay algunos aspectos que llaman mucho la atención revisando lo que has escrito aquí. En primer lugar, las acusaciones tan graves que haces por acoso y que en un entorno tan pequeño como un laboratorio sorprende que no hayas tenido testigos para defender tu denuncia, es más dices en algún sitio que 35 o 40 personas van contra ti. También es muy sorprendente que los jueces no hayan hallado indicios para aceptar tus postulados. No es creíble la explicación de que los trabajadores están amenazados por el jefe, yo trabajo en un hospital público y sé que en una institución pública sin dependencia laboral entre unas personas y otras eso no es posible. Tampoco lo es lo que tu has escrito en el Heraldo de Oregón de que la denuncia no prosperó porque tu jefe conocía a los empleados del juzgado eso sería lo mismo que acusar a los jueces de prevaricación.
    Por otro lado, es muy sorprendente lo de tu expediente. En una institución donde los médicos cumplen el horario a su manera y los directores, gerentes, inspectores y todos los demás trabajadores lo sabemos, me extraña mucho que digan que ha sido por llegar tarde. Lo que tú llamas “desconsideración hacia tus compañeros y usuarios” puede incluir muchas cosas. No he visto nunca en mi larga experiencia en la sanidad una sanción como esta y he visto a mucha gente no cumplir con su trabajo(supongo que el gerente que inició el expediente y el instructor también) así que algo muy gordo que no nos cuentas debe haber.

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    1. Pues lo que hay es lo que has podido leer, un odio acerrimo del Jefe de Servicio desde hace 20 años que se ha ido trabajando poco a poco (no es la única persona a la que le ha pasado esto en este laboratorio, la diferencia es que el resto han claudicado y han acabado desapareciendo, trasladandose a otro lugar). Mientras esta Persona Artemisa ha querido luchr por su dignidad y no ha conseguido nada. Y por muy increible que parezca es la verdad, lo he vivido. Y no tiene testigos, poruqe la gente nueva es contratada y depende del jefe para mantener su puesto de trabajo y los demás hacen una piña o se han dado por vencidos... Se que es increible pero cierto. Yo no soy Artemisa.

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  2. Respecto al comentario de esta entrada:
    Ni afirmo ni niego lo que se dice en el comentario.
    Yo inicié este blog en parte como método de curación y en parte para dar a conocer el daño que puede causar en una persona el mobbing institucional. He sufrido acoso laboral brutal por parte de todos mis no-compañeros analistas menos una compañera, que ya había sido apartada del camino. Y no son 35 personas, sino sólo 5. El resto de personas eran solamente de apoyo y no he contado cuántas son. La otra parte del brutal acoso la componen varios Directores y Gerentes que han ido pasando por el hospital. Entre todos han estado a punto de volverme loca. He necesitado mucho trabajo mental para poderme recuperar y aún no estoy bien del todo.
    En cuánto a lo que dices de que debe haber algo muy gordo: te aseguro que yo cuento todo lo que he vivido y tal como lo he sentido. Si hay algo gordo detrás yo no lo sé.
    Pero quizás tengas razón y si es así sólo el tiempo me lo dirá.

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  3. Quiero añadir algunas puntualizaciones más sobre el comentario anterior.
    No tengo ninguna intención de juzgar la parte legal de mi mobbing. Los hombres lo traducís todo en términos legales y yo para eso ya tengo a mi marido y mis abogados.
    Como mujer con un trabajo que ayuda al diagnóstico de enfermedades, me interesa más la parte emocional, de sentimientos y de enfermedades.
    Son los sentimientos y emociones los que mueven el mundo y crean enfermedades y muerte.
    Y animo a cualquier persona que quiera liberarse de sus angustias que escriba aquí o en cualquier otra parte.
    En cuánto a que en una institución pública los trabajadores no se pueden sentir amenazados por un jefe: ¡Lo siento!, pero no pretendas engañarnos. ¡No cuela!.
    Las instituciones públicas están llenas de trabajadores contratados. Somos muy pocos los que tenemos la plaza ganada a pulso, por oposición. Y actualmente muchos son contratos basura. Eso significa que la mayor parte de los trabajadores públicos tienen miedo de quedarse sin trabajo.
    Por otra parte, no debes tener tu vista muy abierta a lo que ocurre en sanidad, ya que el equipo de la Noeno se especializó en abrir expedientes y alguno acabó con una sanción tan larga como la mía.

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