lunes, 31 de agosto de 2015

Palabra de Juez


¡Cómo me revienta pensar que el satánico, y temporalmente poderoso, Elangelito estará frotándose las manos, lleno de orgullo y satisfacción por haber conseguido su estúpido capricho de echarme del trabajo!

Sólo me consuela que después de las elecciones, y por el cambio de color macaquil, él también perderá su trabajo de Gerente del hospital.

Pero, si hay algo que me revuelve las entrañas, y mucho, muchísimo, es que a él le seguiremos pagando su sueldo de Gerente para el resto de su vida.

¡Qué gran robo del erario público!

¡Qué gran poder hemos otorgado a los macacos para arruinarnos legalmente!

Y todo porque el sistema judicial está compinchado con ellos, y actúan con total impunidad.

Dicen que de todo hay en la viña del Señor y por tanto supongo que habrá jueces legales, aunque presupongo que pocos, pues a mí me han tocado hasta ahora los peores.

El juez que dictó el levantamiento de la medida cautelar es el mismo que, en su momento, me la concedió y después dictó Sentencia en contra mío.
Todo lo acuerda y firma el Ilustrísimo Señor Don Blanco MAGISTRADO-JUEZ. Un magistrado que de blanco sólo tiene el nombre, porque su interior es bien diferente.

El del levantamiento de la medida cautelar, es un auto deleznable y muy agresivo que me deja como un trapo sucio, sin ninguna justificación. Está escrito con saña y parece que haya descargado en él toda la rabia que albergaba en su interior el día que lo escribió.

En el auto relata con entusiasmo orgiástico toda una colección de sandeces, las mismas que escribió en la Sentencia, que el Ilustrísimo dice que yo he hecho a lo largo de los años que cubre el expediente y años anteriores. Las relata como un disco rayado, tal cual se las contaron los macacos Gerentes del hospital, y sin haber comprobado ni una.

Pero lo más interesante de este auto, lo que demuestra la calaña del juez, son las opiniones gratuitas vertidas en él
Yo voy a poner a continuación las palabras textuales, para que no se diga que las malinterpreto.

Ante la alegación de mi abogado diciendo que el levantamiento de la medida cautelar supondrá un desprestigio profesional, el juez escribe:
“Frente a todo ello (la retahíla de infracciones que dice yo he hecho), es cierto que puede suponerle un menoscabo en su prestigio profesional, pero el mismo ya está dañado por su propia conducta, que es generalizada, como se ha visto, generando situaciones conflictivas con muchas personas del equipo, y no se ve que la suspensión efectiva añada mucho más a la sentencia judicial, por provisional que la misma sea…”

¿Será posible? ¿Desprestigiada yo por mi conducta? ¿Cómo ha comprobado eso?
¿Se ha dignado a pasar por el hospital donde yo trabajo a preguntar si estoy desprestigiada o no? ¿O es que tiene una bola de cristal?

Pues nada de eso, mis queridos lectores: no estamos ante un gran mago adivino. Lo que sucede es que este Ilustrísimo Señor (que no diga que le falto al respeto) tiene una vena peperil y sólo tiene oídos para sus amigos macacos peperos.
Y, en mi caso, se nota que ha habido juego sucio a espaldas de mi abogado. Porque lo que sí es seguro es que mi expediente no se lo ha mirado ni por el forro.

Mire, Ilustrísimo Señor: mi desprestigio está sólo en su cabeza. Es usted y sólo usted el que continuamente ha intentado desprestigiarme. Algo que yo supongo le han transmitido los macacos, que son los que intentan desacreditarme a toda costa.

La verdad es que este Ilustrísimo Señor trata con gran saña mi caso y me da por juzgada, como si lo que él dijera fuera a misa.

Me da por ajusticiada por él y punto final: ¡palabra de juez!