jueves, 31 de julio de 2014

El macaco Elangelito


Este macaco es tan terriblemente satánico que merece una mención especial.

Él es el maravilloso y fantástico gerente que tanto ansiaba la miserable de la Cabo, el tirano que me hiciera comulgar con toda la retahíla de tejemanejes y trapicheos que tienen montados, el que me hiciera pasar por el aro y en caso contrario que me echara definitivamente a la calle.

Es el macaco satánico perfecto para el maquiavélico Capitán. Desde un principio se entendieron muy bien, se aliaron inmediatamente y unieron sus fuerzas maquiavélicas e infernales contra mí.

A Elangelito le importa un comino la salud de las personas, pacientes y trabajadores. De hecho, actúa con total desprecio por ellos, sin importarle las consecuencias y siempre en beneficio propio. Es decir, que no le importa, nada de nada, el hospital. Lo único que le interesa de él es el importante ingreso monetario que conlleva el puesto de Gerente y el poder que le da.

Desde un principio vino con la idea de que este hospital sobraba en el panorama sanitario y está dedicando todas sus fuerzas a destruirlo.

Y por su cara bonita, desde un principio decidió que yo sobraba y que él conseguiría eliminarme definitivamente.

Y lo dice bien claro y sin tapujos: él quiere que la justicia no siga su camino y que me echen de una vez por todas.

Y así lo escribe, y lo deja bien patente, en mi segundo expediente: ha pedido, a los abogados de los macacos, que soliciten al juzgado la anulación de la orden que me permite trabajar. Y lo ha pedido, no una, sino dos veces.

¡Será chulo y prepotente!

Le importa tan poco este hospital en el que yo trabajo, que sólo viene de tanto en tanto, a ver qué se cuece en él. Pero eso sí, se dedica en cuerpo y alma a urdir tramas y trampas para echarme. Y para eso está en contacto continuo con el Capitán.

Como buen macaco satánico, se da todas las mañanas un buen baño de vanidad.

Dicen las malas lenguas (gracias Internet por mantenernos informados de todo), que para este macaco tiran más dos tetas que dos carretas.

Y es que las tetas le tiran mucho, pero eso sí, que sean jóvenes.

En la mente infernal de este macaco, henchido de vanidad, sólo caben imágenes de euros, euros y más euros y tetas, tetas y más tetas. No queda espacio en su cerebro para pensar, ni un ápice, en el hospital.

¡A la porra el hospital!, es en realidad lo que él piensa.

Seguro que ya hay alguna joven esperando ocupar mi puesto cuando consigan echarme de una vez por todas.

Sólo así se explica que tenga tantas ganar de quitarme de en medio.

Él está segurísimo de que me va a echar en poco tiempo, y así ha convencido al Capitán y a su ejército de miserables.

Y… ¿Qué argumentan en este segundo expediente? ¿Qué hay de nuevo en él?

Pues Elangelito dice, cínicamente y sin un ápice de remordimiento, que soy violenta, agresiva y que todos mis no-compañeros están en grave peligro.

Insinúa que estoy loca, y que a saber qué se me puede pasar por la cabeza cualquier día de éstos.

Vamos, que insinúa que un día me los puedo cargar a todos.

¡Pobrecitos ellos! ¡Qué miedo tan intenso!

Y… ¡Qué martirio tan grande me ha caído con este satánico macaco Elangelito!

viernes, 4 de julio de 2014

Los siguientes macacos Gerentes

Aunque el inútil del macaco Mazazo intentó pasar sin pena ni gloria para no meterse en líos, también fue defenestrado y enviado a un lugar recóndito que yo desconozco. Eso sí, con su sueldo de lujo de macaco Gerente.

Con el cese de Mazazo, llegó al hospital el macaco Gerente Sin-salida.
El macaco Sin-salida coincidió con el macaco Molino y le apoyó totalmente en su acoso continuo.

Vino con la idea de mantenerme controlada, de no dejarme ni respirar, y de que pasara el tiempo sin problemas para él.

Pero no lo consiguió, porque fue la etapa de acoso más activa, agresiva y miserable para mí: la etapa del maquiavélico y diabólico macaco Molino.

Es al único macaco Gerente que le he visto la cara. Se dignó varias veces a llamarme al orden en su despacho.

Lo malo es que siempre estaba rebotado y cabreado conmigo y las veces que me llamó fueron para dispararme amenazas.

Y sus amenazas acabaron por cumplirse: me abrió un expediente disciplinario.

Pero cambió el color político y el macaco Sin-salida se fue y vino el siguiente macaco, aún más maquiavélico y diabólico, si cabe, que los anteriores: el macaco gerente Elangelito.

Este macaco, Elangelito, no tiene nada de ángel, sino que más bien es un ángel caído, de esos a los que Dios les dio una patada en el trasero y los envió directos al infierno.

Dice una vecina mía, cuando le explico todas las maldades que me hacen en el trabajo: ¡esa gente es satánica!

Y bien pensado, creo que tiene razón, son todos satánicos. Pero si hay un personaje que es satánico, entre todos los satánicos, ese es el macaco Elangelito.

Nunca le he visto, ni he hablado nunca con este diabólico macaco, pero él se ha empeñado con todas sus fuerzas, desde que llegó, en ponerme de patitas en la calle.

Ha pedido varias veces, a los servicios jurídicos de los macacos, que soliciten al juzgado la anulación de la orden judicial que me permite trabajar hasta que salga la resolución final de mi expediente disciplinario.

Y como los de los servicios jurídicos no están por la labor, y él está cansado de esperar la resolución definitiva, ha puesto manos a la obra, y ha decidido abrirme un segundo expediente. A ver si así va todo más rápido.

¡Será satánico este macaco gerente, Elangelito!