viernes, 10 de octubre de 2014

Las razones de Elangelito


Este personaje, Elangelito, es de la peor calaña macaquil que uno se puede encontrar. Aunque en los tiempos que corren, yo creo que la mayor parte de los políticos son como él.

La razón más importante de Elangelito es que pertenece a la banda mafiosa más importante del mundo: la banda de los macacos. Es verdad que es una banda legal, pero mafiosa, al fin y al cabo.

A esta banda le hemos dado derecho, entre todos los ciudadanos, a hacer y deshacer a su antojo. Hacen y deshacen leyes y normas a su capricho, y siempre en su propio beneficio. Pero no contentos con eso, quebrantan la ley continuamente según las necesidades del momento, y eso sin un ápice de aprensión ni remordimiento.

Aunque Elangelito pertenece al eslabón más bajo de la cadena, aún así se siente importante y protegido.

A este personaje le encanta sumergirse en un baño de vanidad, y la banda le cubre su cuota de poder y fortuna.

Como la banda de los Corleone, la de los macacos necesita adeptos a su causa. En eso se han convertido, hoy en día, los sindicalistos.

Los sindicatos nacieron, en su día, como una organización de protección y ayuda a los trabajadores, pero con el tiempo se han ido pervirtiendo y cada vez están más al lado de los macacos. Actualmente los sindicalistos caminan totalmente sometidos a sus caprichos y de este modo obtienen pequeñas prebendas, migajas con las que se sienten satisfechos.

En el caso que a mí me concierne, el 99% de los sindicalistos corean y vitorean continuamente a Elangelito, y se sienten muy orgullosos y satisfechos de estar a su lado.  
Hacen conjuntamente reuniones absurdas, que no sirven para nada más que para mantener engañados a los trabajadores: simular que hacen algo para no hacer nada y que todo siga igual de mal, que es lo que les interesa a los macacos. Son tertulias de amiguetes, de puro cotilleo y totalmente vanas.

Si a Elangelito, en una de esas reuniones, le da por decir a todos que yo no quiero trabajar, porque no me da la gana, pues entonces la misión de los sindicalistos es hacer coro con él y esparcir el chisme por doquier.

Si a Elangelito, en una de esas reuniones, le da por decir que soy un problema porque estoy loca, pues van los sindicalistos y fielmente se hacen eco del cotilleo.

Eso sí, lo más importante es no comprobar nunca si el cotilleo es cierto o no.

Como la banda de los Corleone, la de los macacos necesita gente sometida a ellos, y esa gente somos todos nosotros, ciudadanos de a pie, trabajadores normales que no pertenecemos a la banda, pero que tenemos que trabajar para ellos por obligación. Se nutren de todos nosotros, ya que ellos no dan un palo al agua. 
Como la banda de los Corleone, necesitan extorsionar y liquidar gente para existir y sentirse poderosos.
Pero tienen un problema y es que en la sociedad actual no está bien visto el uso de pistolas, así que han tenido que buscarse otros medios de eliminación.

Y uno de los mejores medios para liquidar trabajadores es el acoso laboral o Mobbing. Este ha sido el gran invento del siglo para los macacos, ya que aunque de esta manera muere poca gente de manera literal, sí que la mayoría de los acosados quedan liquidados del circuito laboral y de la vida normal.

Eso sí, lo hacen todo protegidos por la banda macaquil y por la ley: son matones de guante blanco.

En cuanto a lo que a mí me atañe, ya me avisó, hace mucho tiempo, el Jefe de Personal del hospital. Me dijo que no me metiera con los macacos, que me arruinarían y me destrozarían la vida.

Y, si bien es verdad que he sufrido mucho y lo he pasado muy mal, en estos momentos puedo decir que la vida no han conseguido destrozármela.

Y, si bien es verdad que me he gastado mucho dinero por culpa de los macacos, ¿de qué sirve el dinero si una no puede ser feliz viviendo en un mundo de consciente sometimiento? 

¡Perversos macacos!

jueves, 31 de julio de 2014

El macaco Elangelito


Este macaco es tan terriblemente satánico que merece una mención especial.

Él es el maravilloso y fantástico gerente que tanto ansiaba la miserable de la Cabo, el tirano que me hiciera comulgar con toda la retahíla de tejemanejes y trapicheos que tienen montados, el que me hiciera pasar por el aro y en caso contrario que me echara definitivamente a la calle.

Es el macaco satánico perfecto para el maquiavélico Capitán. Desde un principio se entendieron muy bien, se aliaron inmediatamente y unieron sus fuerzas maquiavélicas e infernales contra mí.

A Elangelito le importa un comino la salud de las personas, pacientes y trabajadores. De hecho, actúa con total desprecio por ellos, sin importarle las consecuencias y siempre en beneficio propio. Es decir, que no le importa, nada de nada, el hospital. Lo único que le interesa de él es el importante ingreso monetario que conlleva el puesto de Gerente y el poder que le da.

Desde un principio vino con la idea de que este hospital sobraba en el panorama sanitario y está dedicando todas sus fuerzas a destruirlo.

Y por su cara bonita, desde un principio decidió que yo sobraba y que él conseguiría eliminarme definitivamente.

Y lo dice bien claro y sin tapujos: él quiere que la justicia no siga su camino y que me echen de una vez por todas.

Y así lo escribe, y lo deja bien patente, en mi segundo expediente: ha pedido, a los abogados de los macacos, que soliciten al juzgado la anulación de la orden que me permite trabajar. Y lo ha pedido, no una, sino dos veces.

¡Será chulo y prepotente!

Le importa tan poco este hospital en el que yo trabajo, que sólo viene de tanto en tanto, a ver qué se cuece en él. Pero eso sí, se dedica en cuerpo y alma a urdir tramas y trampas para echarme. Y para eso está en contacto continuo con el Capitán.

Como buen macaco satánico, se da todas las mañanas un buen baño de vanidad.

Dicen las malas lenguas (gracias Internet por mantenernos informados de todo), que para este macaco tiran más dos tetas que dos carretas.

Y es que las tetas le tiran mucho, pero eso sí, que sean jóvenes.

En la mente infernal de este macaco, henchido de vanidad, sólo caben imágenes de euros, euros y más euros y tetas, tetas y más tetas. No queda espacio en su cerebro para pensar, ni un ápice, en el hospital.

¡A la porra el hospital!, es en realidad lo que él piensa.

Seguro que ya hay alguna joven esperando ocupar mi puesto cuando consigan echarme de una vez por todas.

Sólo así se explica que tenga tantas ganar de quitarme de en medio.

Él está segurísimo de que me va a echar en poco tiempo, y así ha convencido al Capitán y a su ejército de miserables.

Y… ¿Qué argumentan en este segundo expediente? ¿Qué hay de nuevo en él?

Pues Elangelito dice, cínicamente y sin un ápice de remordimiento, que soy violenta, agresiva y que todos mis no-compañeros están en grave peligro.

Insinúa que estoy loca, y que a saber qué se me puede pasar por la cabeza cualquier día de éstos.

Vamos, que insinúa que un día me los puedo cargar a todos.

¡Pobrecitos ellos! ¡Qué miedo tan intenso!

Y… ¡Qué martirio tan grande me ha caído con este satánico macaco Elangelito!

viernes, 4 de julio de 2014

Los siguientes macacos Gerentes

Aunque el inútil del macaco Mazazo intentó pasar sin pena ni gloria para no meterse en líos, también fue defenestrado y enviado a un lugar recóndito que yo desconozco. Eso sí, con su sueldo de lujo de macaco Gerente.

Con el cese de Mazazo, llegó al hospital el macaco Gerente Sin-salida.
El macaco Sin-salida coincidió con el macaco Molino y le apoyó totalmente en su acoso continuo.

Vino con la idea de mantenerme controlada, de no dejarme ni respirar, y de que pasara el tiempo sin problemas para él.

Pero no lo consiguió, porque fue la etapa de acoso más activa, agresiva y miserable para mí: la etapa del maquiavélico y diabólico macaco Molino.

Es al único macaco Gerente que le he visto la cara. Se dignó varias veces a llamarme al orden en su despacho.

Lo malo es que siempre estaba rebotado y cabreado conmigo y las veces que me llamó fueron para dispararme amenazas.

Y sus amenazas acabaron por cumplirse: me abrió un expediente disciplinario.

Pero cambió el color político y el macaco Sin-salida se fue y vino el siguiente macaco, aún más maquiavélico y diabólico, si cabe, que los anteriores: el macaco gerente Elangelito.

Este macaco, Elangelito, no tiene nada de ángel, sino que más bien es un ángel caído, de esos a los que Dios les dio una patada en el trasero y los envió directos al infierno.

Dice una vecina mía, cuando le explico todas las maldades que me hacen en el trabajo: ¡esa gente es satánica!

Y bien pensado, creo que tiene razón, son todos satánicos. Pero si hay un personaje que es satánico, entre todos los satánicos, ese es el macaco Elangelito.

Nunca le he visto, ni he hablado nunca con este diabólico macaco, pero él se ha empeñado con todas sus fuerzas, desde que llegó, en ponerme de patitas en la calle.

Ha pedido varias veces, a los servicios jurídicos de los macacos, que soliciten al juzgado la anulación de la orden judicial que me permite trabajar hasta que salga la resolución final de mi expediente disciplinario.

Y como los de los servicios jurídicos no están por la labor, y él está cansado de esperar la resolución definitiva, ha puesto manos a la obra, y ha decidido abrirme un segundo expediente. A ver si así va todo más rápido.

¡Será satánico este macaco gerente, Elangelito!

sábado, 28 de junio de 2014

Los macacos Gerentes


Los sucesivos macacos Gerentes que han ido pasando por el hospital siempre han estado al servicio del Capitán y sus caprichos.

Todo empezó hace ya mucho tiempo, con la llegada del macaco gerente Almidez.
Este macaco llegó de la mano de la macaca No-eh-no, pisando fuerte y machacando.

El macaco Almidez eliminó de un plumazo el laboratorio donde había estado yo tantos años trabajando.

Y me dejó colgada cuando hacía una sustitución por vacaciones en otro laboratorio dependiente del hospital.

La macaca No-eh-no llegó decidida a cargarse la sanidad pública y a montar la sanidad privada, y el macaco Almidez se encargó de empezar a transformar el Centro de Especialidades donde yo estaba entonces trabajando en un Consorcio.

La cuestión es que me tenía que quedar a trabajar en el laboratorio donde estaba haciendo la sustitución por vacaciones, pero entonces decidió el Capitán que yo no le gustaba y empezó a hacerme la puñeta todo lo que pudo.

El Capitán convenció al macaco Almidez que yo era una piedra en el camino de creación del Consorcio, y cuando no llevaba ni dos meses trabajando en este segundo laboratorio, me encontré una nota encima de mi mesa que ponía que me tenía que ir inmediatamente al hospital. La firmaba el macaco Almidez.

Así de ruines, miserables, maquiavélicos y diabólicos son los macacos, nunca dan la cara. Siempre dan una puñalada trapera.

Aunque con todo lo que este macaco hizo por la macaca No-eh-no, cayó en desgracia y fue defenestrado pronto. Lo enviaron a archivar papeles en un lugar recóndito de algún hospital del reino.
Eso sí, con un sueldo de lujo de por vida: el de macaco Gerente.

El siguiente macaco Gerente fue el macaco Mazazo.
Un inútil total, cuya única consigna fue no hacer ni decir nada, para no meterse en ningún lío y aguantar el máximo de años posible en su puesto. Porque lo único que le interesaba era conservar su sueldo de Gerente para el resto de su vida.

Durante su Gerencia, la macaca No-eh-no puso en marcha definitivamente el Consorcio y empezó a hacer todo lo posible para que el hospital donde yo trabajaba en ese momento funcionara mal, muy mal. Su intención era hacer creer a la población, con el paso del tiempo, que como la sanidad pública funcionaba fatal era mejor dar paso a la privada.

Y… así empezaron todos los chanchullos financieros del Consorcio.

Y… así empezó el agujero negro del Consorcio, que chupa del bote de las arcas públicas, y se traga todo lo que los sucesivos macacos mandamases le permiten.
¡Es un tragar sin fin!

Y… el Consorcio expropió un laboratorio público y lo convirtió en privado.

Y… anunciaron a bombo y platillo que habían hecho, en el Consorcio, un laboratorio de Urgencias.

Y…para que el laboratorio les saliera barato y los mandamases del Consorcio pudieran embolsarse más dinero público, pusieron al mando del laboratorio un Técnico de Laboratorio.

Señores macacos: ¡eso es intrusismo laboral! Y está penado por la ley.

Ya sé que a ustedes, señores macacos, la ley les importa un comino.

Ya sé que ustedes, señores macacos, creen que la ley es lo que ustedes dicen y que están por encima del bien y del mal.

Pero lo digo aquí, para ponerlo en conocimiento de todos los trabajadores sanitarios del reino, y recordárselo a todos los sindicatos.

Poner un Técnico de Laboratorio al mando de un laboratorio de Urgencias es: ¡INTRUSISMO LABORAL!, y está penado por la ley.

jueves, 19 de junio de 2014

La difamación

La difamación es la segunda arma preferida del Capitán, y es su mejor arma de destrucción. Es un arma destructiva muy potente, potentísima. 

Y lo más importante de la difamación es poder diseminarla; cuanto más, mejor.
Y para eso tiene la ayudante perfecta: la alcahueta de la Cabo.
La mente de esta alcahueta está anclada en la Edad Media y no ha evolucionado a lo largo de los siglos. La mente de la alcahueta de la Cabo funciona igual que la de las alcahuetas de esa época. Su misión es ensalzar al Capitán y difamarme a mí.

La Cabo es lo más importante que tiene el ejército de hierro, pues tiene muchas amigas, enfermeras, supervisoras y, la más importante de todas ellas: la Jefa de las Enfermeras.

Otro especialista en difamación, buen amigo del Capitán y muy importante para él, con el que cuenta es el Sindicalisto.
De hecho, con la Cabo y el Sindicalisto, el Capitán tiene cubierto todo el hospital, los alrededores y el Cuartel Principal.
¡No necesita más!

Sé que la Cabo va diciendo por ahí que lo que ha faltado para solucionar el problema que yo causo al laboratorio, es un buen macaco con mano dura.
¡Será cara dura!

Lo primero que, de verdad, se necesita para arreglar los problemas del laboratorio es un macaco bueno que la quite a ella de en medio. Entonces es cuando se podrá empezar a arreglar algo.

Pero claro, eso no es a lo que ella se refiere, sino que lo que ella quiere es una tiranía macaquil que me obligue a doblegarme ante los caprichos del Capitán.

Porque lo que más le gusta, decir y repetir a sus amigas, y a todo aquél que quiera escucharla, es que a mí no me da la gana de trabajar y que soy totalmente improductiva. En diseminar esto son incansables el trío: Capitán, Sargento y Cabo.

Claro que la Cabo sabe perfectamente que el trabajo me lo ha quitado el Capitán, pero eso se lo calla, la muy miserable.

Y lo que quiere es un macaco tirano y con narices para echarme a la fuerza.

¡Qué miserable que llega a ser!

Sé que la primera difamación que usaron contra mí fue que llegaba muy tarde a trabajar y que había días que no llegaba y después añadieron que no quiero trabajar. Esto no me es desconocido porque está escrito en mi expediente.

Pero de lo que no tenía constancia, es que también van diciendo que estoy loca y soy peligrosa.
¡Ya veis! Con el tiempo de todo se entera una.

Hace poco, un compañero que está sufriendo mucho estrés en el laboratorio me gritó con mucha rabia y bajo los efectos de una intensa tensión:

¡LOCA! ¡QUÉ LOCA ESTÁS! ¡ESTÁS LOCA DE ATAR!

Todo eso a grito pelado, en mi puesto de trabajo, y en presencia de la técnico que trabaja conmigo.

Pero con el vozarrón que tiene y los gritos que daba, seguro que todos los que trabajaban en el laboratorio en ese momento se pudieron enterar.

¡Y mira por donde, yo también!

¡Qué ruines y cuánta miseria hay en ese laboratorio!