martes, 9 de noviembre de 2010

La Incomprensión Médica

A mi médico (una mujer) no había manera de hacerle comprender qué le pasaba a mi cuerpo. Ella me insistía una y otra vez que yo tenía que aguantar y aguantar. Que en el trabajo se tenían que arreglar las cosas y que en Dirección tenían que solucionarlo todo: ¡Como si ellos no tuvieran la culpa! Yo le decía que, ¿Cómo lo iban a solucionar, si estaban encantados de hacerme la puñeta? Pero nada, no había manera de que entendiera qué me pasaba y no me quería dar la baja: decía que si me la daba después no querría volver a trabajar.

En mayo de 2008, cuando aún estaba en la Celda de Castigo, ya llevaba año y medio yendo cada dos por tres al médico. Primero fue por tensión alta y taquicardias: me envió a Cardiología y me recetaron un antibloqueante. Posteriormente por rinitis y mareos: me recetó un antihistamínico y un inhalador. Más tarde, por crisis de ansiedad y tensión alta (otra vez): me recetó un antidepresivo. Medicamentos y más medicamentos, así lo solucionan todo los médicos: sólo que a mí no me solucionaban nada. Al final, acabé en Salud Mental.

En la última etapa de la Celda de Castigo mi cabeza estaba hecha un lío; mis pensamientos eran repetitivos buscando una salida a mi problema, giraban y giraban en mi cabeza y no podía dormir. De la tensión mental que sufría se me contracturó la espalda y me costaba mantenerme derecha: era un sufrimiento diario tener que coger el coche e ir a trabajar.

A mi médico le costó mucho tiempo entenderlo, pero al final cuando yo ya no podía con mi alma reconoció que el trabajo me estaba matando y me dio la baja.

¡Por fin podía relajarme! Aunque me duró poco: sólo un mes. Mi médico seguía insistiendo que si lo alargaba más, yo no querría volver a trabajar.

lunes, 1 de noviembre de 2010

La inutilidad suprema del Comité de Seguridad y Salud

Como ya os podéis imaginar por el título, el Comité de Seguridad y Salud que corresponde a mi lugar de trabajo no sirve para nada, y mucho menos para la prevención de riesgos laborales de los trabajadores.
El coordinador del Comité es el macaco Gerente del hospital y como podéis suponer es el que decide las acciones a tomar en su empresa: es decir, negarlo todo y no hacer nada.
En el Comité están representadas las siguientes Organizaciones Sindicales: UGT, CCO, CSI-CSIF, CEMSATSE y SAMSaP, que nunca llevan la contraria al macaco Gerente. También cuenta el Comité con un Técnico de Prevención de Riesgos Laborales que los asesora y que naturalmente está a cargo del macaco Gerente.

El Comité se reúne, por lo menos, una vez cada dos meses en el hospital, momento en el que, supongo, deben aprovechar para cotillear un poco y sobarse los unos a los otros, ya que no creo que hagan nada útil; sólo pasar el rato.

El artículo 10 de su reglamento se refiere a la confidencialidad y dice: " Según la Ley 31/1995 de PRL los miembros del Comité observarán sigilo profesional debido respecto de las informaciones a que tuviesen acceso". Pues bien, trataron mi caso de la manera más descarada e irrespetuosa posible.

El Comité delegó la solución del caso al macaco Gerente y éste vio su oportunidad para seguir riéndose de mí. Pasó la carta al Jefe del Laboratorio y éste la leyó a los Analistas del laboratorio y además se la pasó a su brazo derecho, la Supervisora, que la leyó a todo el personal Técnico de Laboratorio que estaba trabajando en ese momento.

Es decir que fue peor el remedio que la enfermedad, y ya os podéis imaginar el infierno que me esperaba a partir de entonces.

Un año y medio después recibí la resolución del Comité: en ese laboratorio no pasaba nada, no había acoso y funcionaba todo perfectamente. Se habían puesto de acuerdo todos los miembros del Comité: el macaco Gerente, los sindicatos y Salud Laboral.

¡Viva el Comité de Seguridad y Salud!