domingo, 26 de abril de 2015

¿Es esto mobbing? (VI)



Pues bien, a la vista de todo lo relatado anteriormente, el juez tiene el valor de decir que del conjunto de declaraciones mencionadas se refleja una actitud (por mi parte) que va más allá de la mala educación, siendo faltas de respeto perfectamente sancionables.

¡Pero si todo son dimes y diretes!

Y encima, tiene el valor de decir que yo he creado el mal ambiente y que evidentemente no es un problema mío con el Capitán, sino con la mayor parte de los compañeros.

¿Será esto posible?

Resulta que el Capitán me odia y decide, por su cuenta y riesgo, dejar de ser mi jefe, sabiendo que así podrá ir con acusaciones continuas a los macacos, y así podrá volverme loca. 

Y… resulta que el Capitán machaca a los macacos con acusaciones falsas contra mí, diciéndoles además que estoy trastocada.

Y… resulta que el Capitán sondea a todos los trabajadores del laboratorio para ver con quién se puede aliar.

Y… resulta que el Capitán consigue que se le compinchen mis no compañeros y los macacos, cosa que tuvo fácil por lo miserables que son.

Y… resulta que el Capitán convoca a reunión a mis no compañeros para ver por dónde y cómo me pueden joder.

Y… resulta que el Capitán se reúne continuamente con los macacos Director y Gerente para ver por dónde y cómo me pueden joder.

Y… resulta que he sufrido continuamente agresiones brutales por parte del Capitán y los macacos.

Y… he tenido que soportar, desde hace muchos años, humillaciones y represalias continuas.

Y… he sufrido tortura durante muchos años; es decir, grandes sufrimientos físicos y mentales.

Y… el Capitán y los macacos han creado un clima tenso y hostil en mi lugar de trabajo.

Y… han causado mi marginación en mi entorno laboral.

Y… han mancillado mi reputación, mi trabajo, mis relaciones con la gente y han atacado mi honor e integridad.

Y… han hecho todo lo posible para impedirme tener una vida normal.

Y… ¡encima tengo yo la culpa de todo!

¡Plan perfecto!

¡Enhorabuena Capitán! ¡Qué gran jugada!

Pues a pesar de lo que dice el juez, ¡todo es un problema creado por el desalmado, maquiavélico y diabólico Capitán!

Él es quien ha fabricado esta enmarañada tela de araña, y los macacos la han rematado.

Y con los dimes y diretes del Capitán y mis no compañeros, el juez se cree con derecho a decir que queda probada la falta de respeto a los superiores y compañeros.

¡Vaya justicia!

¿Es esto mobbing?

Pues según el juez no y da sus razones.

Dice el juez, como punto final: “Debe decirse que estamos ante una multiplicidad de conductas (…) que son lo que podemos valorar en realidad más, con lo cual el hecho de que haya una situación en que la recurrente vive lo que considera un acoso, no puede justificar en absoluto sus conductas, ya que, por un lado, para alcanzar el nivel de eximente tendría que haber sido una auténtica enfermedad psiquiátrica que habría dado lugar a una baja por incapacidad psíquica de varios años de duración. Si ha podido trabajar, no puede decirse que su estado, que no le ha impedido trabajar continuadamente, pueda justificar una suerte de enajenación”.

¿Será posible lo que leo?

He estado un año de baja por depresión y varios años de tratamiento psiquiátrico y psicológico, y para el juez esto no es suficiente.

¡El juez quiere más, y más, y más… saña, contra mí!

¡Y si puede ser, que me encierren en un psiquiátrico!

¡Muerto el perro, muerta la rabia!

Pues si todo esto no es mobbing: ¡qué baje Dios y lo vea!

domingo, 19 de abril de 2015

¿Es esto mobbing? (V)


Otra de las acusaciones que me hace el juez es la grave desconsideración que tengo con los compañeros. 

¡Por favor! ¿Qué compañeros? ¿Mis no-compañeros?

¿Los que me acosan desde hace años?

Dice el juez que los amenazo y provoco enfrentamientos.

Eso sí, no indica ni cuándo, ni cómo les he amenazado.
¿Sabéis por qué? Porque no consta ni una sola amenaza, en todo el expediente, que yo haya hecho a nadie.

Son ellos los que me han agredido y amenazado a mí. Pero claro, eso no consta en el expediente.

En cuanto a este apartado, dice el juez que la Sargento refleja que yo la llamé mentirosa y repelente.

¡Para morirse de risa! ¡Si no fuera porque a mí me hace llorar!

¡¿Cómo puede ser tan sinvergüenza y maquiavélica la Sargento?!

Sobre todo porque es ella la única, en todo el laboratorio, que insulta a la gente con la que no congenia y es ella la persona más maleducada de todo el laboratorio.

¡No hay otra igual!

Además, dice la Sargento que en otra ocasión abrí de golpe un cajón a mala idea, cuando ella estaba cerca y, sin avisarle, le di un golpe.

¿Será eso cierto? Supongo yo, que si eso es verdad y le hice daño, habrá un parte de urgencias.

¡Pues no veo yo el parte de urgencias en todo el expediente!

¡Todo dimes y diretes!

¡Pero en mi caso los dimes y diretes van a misa! 

¡El juez sólo tiene vista y oídos para los dimes y diretes del Capitán y sus secuaces!

domingo, 12 de abril de 2015

¿Es esto mobbing? (IV)



Otra de las cosas de que me acusa el juez, es que hay un incumplimiento generalizado de análisis, que según el juez se recoge en la pericial, de una casa comercial.

¿En una pericial? ¡Para morirse de risa!

¡Buen montaje por parte del Capitán! La susodicha casa comercial está totalmente vendida al Capitán. 
¡En esa casa comercial todos venderían su alma al diablo, con tal de que el Capitán les siga comprando!

Pues bien, según esa pericial yo no trabajo casi nada, la Sargento trabaja casi el doble que yo y el Capitán más del doble que yo.

¡Para morirse de risa! ¡Si no fuera porqué a mí me hace llorar!

¿Cómo puede ser tan desalmado, sinvergüenza y maquiavélico el Capitán?

Está diciendo el juez que mi rendimiento es muy bajo y el del Capitán muy alto.

Nadie sabe de dónde salen esas cifras y probablemente se las haya inventado el Capitán.

Sobre todo porque el Capitán no hace trabajo de laboratorio, sino es esporádicamente y para sustituir a alguien. 

¡Esas cifras son totalmente imposibles! 

¡Dimes y diretes!

Para acabar de rematar la cosa, el juez me acusa de no actualizar mis conocimientos y aptitudes necesarios para el ejercicio de mi profesión.

Según el juez, se constata de forma reiterada mi negativa expresa o tácita o mi simple pasividad, a la hora de adaptarme a los nuevos métodos, instrumentos o material. Y añade que no realicé los cursillos de formación del laboratorio. 

¡Solemne mentira! 

¡Porque yo he realizado todos los cursillos de formación del laboratorio!

Y entonces, ¿por qué dice eso el juez?

Pues otra vez nos refiere el juez al miserable acusica del Soldado nº1, que en su declaración inserta una sarta de mentiras que no tienen desperdicio.

El juez dice que hay la declaración del Soldado nº 1 en relación con la posibilidad de aprender con un poco de esfuerzo el sistema informático.

Reflexión: ¿Será que el Soldado nº 1 nos quiere decir que el curso de formación del sistema informático no es necesario y es para inútiles?

Lo que sí está claro es que este soldado le dice al juez que si no lo aprendo, aunque no me lo enseñen, es porque no quiero o porque soy una inútil total.

¡Para morirse de risa! ¡Si no fuera por qué a mi me hace llorar!

Sobre todo porque el Soldado nº 1 necesita mucho esfuerzo para aprender algo, y que se lo repitan muchas veces. 

Además, me acusa él, y no el Capitán, de no realizar los cursillos de formación, porque el Capitán sabe perfectamente que los he realizado todos. 
Pero el Capitán es muy astuto y nunca se lo ha dicho al Soldado nº1.

¡Todo dimes y diretes!

¡Serán desalmados, sinvergüenzas y maquiavélicos el Capitán y su soldado!

lunes, 6 de abril de 2015

¿Es esto mobbing? (III)



Otro de los acusicas más insistentes en el que se apoya el juez es el Soldado nº1.

En una de las acusaciones, dice el juez que el Soldado nº1 le informa de que mi procedimiento habitual para comunicar mis ausencias por enfermedad es, en lugar del teléfono, un correo electrónico que impedía el conocimiento inmediato que era exigible cuando alguien debía ocuparse de mi trabajo.

¿Cómo puede decir eso el rastrero y maquiavélico Soldado nº1? ¿Desde cuándo un correo electrónico no es una comunicación inmediata?
¿Cómo es posible que un no-compañero, soldado raso, sea el que imponga cómo se han de comunicar las ausencias?
¿No sería trabajo del Capitán o de los macacos superiores? 

El Capitán tiene bien entrenado al soldado para que haga acusaciones sin fundamento, que no podría hacer él por carecer de base. 

Desde siempre mis llamadas telefónicas, para comunicar mis ausencias por enfermedad, han ido acompañadas de un correo electrónico.
¿Sabéis por qué?  Porque las palabras se las lleva el viento.

Y como no pueden acusarme de que no aviso cuando estoy enferma, me castigan por dejar constancia de los avisos.

¡Serán diabólicos y maquiavélicos el Capitán y sus compinches!

Tengo que decir aquí que el Soldado nº 1 es el más activo en lanzar acusaciones contra mí.

Y este soldado se cree que tiene la clave del origen de los problemas y así se lo cuenta al juez.
Y claro, según este soldado, soy yo la culpable de todo.
Pero da la casualidad que el pobre soldado (de espíritu, se entiende) y yo hemos coincidido muy poco tiempo trabajando a la vez.
¿Qué puede saber él del origen de los problemas?
Eso sí, parece que puede inventarse lo que él quiera.

¡Dimes y diretes!

Y siguen, en la Sentencia, las mentiras acusicas del Soldado nº 1.

Dice el juez que hay la negativa expresa a no realizar mis funciones. A este respecto hay el hecho narrado por el Soldado nº 1 que dice que por tres veces me negué a hacerlo ante el requerimiento del Jefe de Personal.

¿De qué me suena eso, tan literario, de que “por tres veces se negó”? ¿A la Biblia, quizás?

Pues bien, eso, además de mentira, es totalmente imposible.
Todos los que trabajamos en hospitales públicos sabemos que el trabajo de los especialistas depende funcionalmente del Director y no del Jefe de Personal. 
Por lo tanto, es totalmente imposible que el Jefe de Personal me requiriera para hacer ningún trabajo.
Por lo tanto, es totalmente imposible que yo me negara a nada.
Pero como el juez no tiene ni idea de cómo van las cosas en los hospitales públicos, ni se ha preocupado de tenerla, pues dice lo que dice. 

¡Hay que ver lo rastrero, miserable y maquiavélico que es este Soldado nº 1!

¡Con tal de tener contento al Capitán pierde el oremus por él!