domingo, 24 de mayo de 2015

La razón primordial de Elangelito



Todas las razones del satánico macaco Elangelito se resumen en una: dinero, dinero… y más dinero, para él y sus amigos. Es su razón principal.

Su trayectoria en estos cuatros años que ha estado al frente del hospital se puede resumir en una sola cosa: estafar a los aragoneses.

Y para estafar ha tenido una buena arma: el CASAR.

El CASAR lo heredó el pelele Oliva de la macaca No-eh-no y han sabido aprovecharse muy bien de él, tanto Oliva como Elangelito. Desde que llegó el satánico Elangelito se ha dedicado, en cuerpo y alma, a destruir la sanidad del área que cubre el hospital donde yo trabajo y a chupar del bote todo lo que ha podido.

La historia de la estafa del sistema sanitario aragonés empieza hace ya unos cuantos años, el mismo día que eliminaron el laboratorio del Centro de Especialidades donde yo trabajaba. Un hecho que en principio parecía lógico se convirtió con el tiempo en algo muy turbio.

Dos años después de la eliminación del laboratorio, la macaca No-he-no publicó en el Boletín Oficial de Aragón que había suscrito un Convenio de Colaboración entre el Gobierno de Aragón, una mutua de accidentes y cuatro ayuntamientos para la constitución del Consorcio Aragonés Sanitario de Alta Resolución, que incluye como Anexo al mismo sus Estatutos que determinan los fines del mismo, su régimen orgánico, funcional y financiero.

Y como acostumbra a pasar en estos casos la gente de la calle no se enteró de nada, pues no suele ir mirando los boletines oficiales cada día. Pero sí que empezaron a darse cuenta de que las listas de espera comenzaron a alargarse y los especialistas en el hospital empezaron a escasear.

Durante los años que estuvo al frente de la sanidad la macaca No-eh-no, las listas de espera fueron una constante con una pendiente al alza y el número de especialistas fue una constante con una pendiente a la baja.

Y a los especialistas que trabajábamos en el Centro de Especialidades, dependientes del hospital, se nos fue echando a patadas y en nuestro lugar se fueron instalando especialistas designados a dedo por el CASAR.

Pero si antes los especialistas íbamos del hospital al Centro de Especialidades en coche y lo único que cobrábamos por el desplazamiento era la gasolina, después algunos iban desde Zaragoza al CASAR en taxi y el taxi esperaba a que acabaran de trabajar para volver a llevarlos a Zaragoza. ¿Cuánto podría costar eso?

Y si a los especialistas del Centro de especialidades los echaron a patadas, conmigo fueron especialmente agresivos y violentos, como sabréis por lo que os llevo contando desde hace mucho tiempo.

Y la causa de tanta agresividad y violencia que llevo sufriendo todos estos años es debida al Capitán, que vio su gran oportunidad para echarme del sistema, diciendo a los macacos Gerentes sucesivos que yo era un peligro para sus negocios de privatización.

Y… entonces llegó él: el satánico macaco Elangelito, y como jefe suyo el gran pelele macaco Oliva.

Y… llegaron los macacos Oliva y Elangelito con una idea en la cabeza: eliminar el hospital y centralizar todos los análisis de Aragón en un centro privado en Zaragoza.

Y… fueron necesarias muchas movilizaciones para quitarles a los macacos esa idea de la cabeza.

Y… como no consiguieron eliminar el hospital, Elangelito se dedicó, con todas sus fuerzas, a desgraciar el sistema sanitario del área que le tocaba.

Su gran idea fue que con el aumento de las listas de espera, que han llegado a un punto escandaloso, forzaría el paso de sanidad pública a privada.

Y esta ha sido su gran contribución a la sanidad aragonesa:

¡Estafa y comercio con la salud de los ciudadanos!

¡Dinero, dinero… y más dinero para él y sus amigos!

domingo, 17 de mayo de 2015

El macaco Consejero de Sanidad


Es el Jefe de todo el sistema sanitario de Aragón y actualmente el cargo es ocupado por el macaco pepero Oliva. Su nombre le viene como anillo al dedo, por el hueso que tiene por corazón y por el aceite que circula por sus venas que le hace resbalar cada vez que dice o hace algo.
   
En teoría es el que manda, y digo en teoría porque en realidad es un pelele del sistema.
Por muy orgulloso y satisfecho que se sienta de haber llegado donde ha llegado, un hecho que previsiblemente no se volverá a repetir, es un pelele.

Un gran pelele, pero pelele al fin y al cabo.

Es una marioneta de los intereses de su partido, de su jefa y de sus jefecillos subalternos, es decir, también lo es de aquellos a los que en teoría manda.

Y es por eso que un jefecillo sin importancia, de un laboratorio sin importancia para el macaco Consejero, ha conseguido que el gran jefe esté a merced de sus caprichos.

Un Consejero que pasará a la posteridad por su frase lapidaria: “Todos somos minibárcenas”, en alusión al gran macaco estafador de su partido político.

Nadie sabe si ese “todos” se refiere a todo el mundo o simplemente a todos los políticos.

Lo que si está claro es que actualmente todos los políticos son minibárcenas.

Y entre la población no política, hay muchísima gente que no es minibárcenas. Muchísima gente que tiene ética y moral y cuyo interés es arreglar una sociedad que ha sido destrozada por los macacos.

Y como gran pelele que es, firmó y me dio la gran patada por primera vez.

Firmó por ordeno y mando de sus jefecillos subalternos, sin mirar ni uno, ni medio de los documentos presentados por mí. 

Gracias a él, según el primer expediente, me echaron a la calle por dos años y medio.

Y ahora ha vuelto a firmar otra vez, por ordeno y mando de sus jefecillos subalternos, y sin mirar ni uno, ni medio de los documentos que yo le he presentado.

Gracias a él, según el segundo expediente, me echarán a la calle dos años y medio más.

En total cinco años a la calle, sin derecho a nada.

¡Cómo si no hubiera trabajado en la vida! Yo, que llevo un montón de años trabajando.

Y así rematará la gran patada.

Y así es como un jefecillo maquiavélico insignificante convenció al satánico Gerente de un hospital insignificante, de que yo era una persona peligrosa para los intereses macaquiles, y el diabólico Gerente convenció al macaco Director Gerente de que yo era extremadamente peligrosa y que me tenían que echar del trabajo inmediatamente y sin dilación.

Y así fue que el macaco Director Gerente resolvió que me echaran a la calle e hizo que el pelele macaco Consejero firmara mi despido.

Y así es como un jefecillo maquiavélico insignificante se siente orgulloso y satisfecho de haber podido conseguir que el gran jefe, el pelele macaco Consejero, se haya puesto a sus pies, y a disposición de sus intereses particulares.      

¡Muchas Gracias gran macaco Consejero Oliva!

¡El más grande y miserable de los macacos!

domingo, 3 de mayo de 2015

La Justicia


¿Qué justicia? Yo todavía no la he conocido. 

Me parece que en este país, y a estas alturas, todo el mundo tiene claro que aquí no hay justicia.
Aquí mandan los macacos y hay la justicia, o injusticia, que ellos quieren; ni más ni menos.

En mi caso, por el momento, no ha habido ninguna, y eso que, hasta ahora, me han tocado unos cuantos jueces.

Pero ya lo dice el dicho popular: “cuando la política entra por la puerta del juzgado, la justicia salta por la ventana”.

En general, no hay justicia para los simples mortales. Aunque supongo que en algún caso la habrá, pero es la excepción que confirma la regla.
Cuando hay macacos de por medio, la balanza siempre se decanta a su favor.

Que no hay justicia en este país es algo que ha denunciado durante muchos años el abogado Bertelli, que es el presidente de la fundación JUREI (Justicia Responsable e Independiente).
Este abogado se ha pasado mucho tiempo denunciando la prevaricación de los jueces y ha sufrido, en su propia carne, la venganza y el terror provocado por el sistema judicial contra él.
Bertelli lo tiene y lo dice muy claro: la justicia hay que exigirla, no suplicarla. Y yo estoy totalmente de acuerdo con él.

Que no hay justicia lo reconocen, también, los propios jueces, algunos de los cuales firmaron en el 2013 un manifiesto por la independencia judicial: el manifiesto de los mil quinientos.

El manifiesto de la “plataforma por la despolitización y la independencia judicial” dice, para empezar, que los firmantes se unen para denunciar públicamente el desmesurado grado de politización y pérdida de independencia en que se encuentra sumido el PODER JUDICIAL en nuestro país.

Siguen diciendo que, el principio de este proceso de deterioro, se achaca a la Ley Orgánica del Poder Judicial de 1985, que “procedió a desposeer a los jueces y magistrados de su derecho a elegir a 12 de los 21 miembros integrantes del CGPJ (Consejo General del Poder Judicial) transfiriendo íntegramente al parlamento la elección de todos ellos”.

Y dicen los firmantes, que el poder político, “que por su propia genética siempre ha dado sobradas muestras históricas de su incontenible afán expansivo y dominador, consiguió derribar el principal muro de protección constitucional de esa independencia judicial”.

Por eso el manifiesto subraya la existencia “de un proceso de contaminación política y ocupación progresiva del espacio judicial que desde 1985 inició el poder político dominante y que aún no se ha detenido ni ha alcanzado sus últimos objetivos”.

Sigue diciendo el manifiesto, que el poder político “fiel una vez más a su insaciable afán por controlar a su controlador, lejos de respetar esas advertencias y condiciones del TC procedió a renovar los sucesivos consejos judiciales en clave política”.

Según el manifiesto, “han ido quedando impregnadas del mismo tinte político las más relevantes decisiones del CGPJ, lo que trajo consigo las más nefastas y lesivas consecuencias para la independencia judicial en su sentido más pleno y constitucional del término y, al propio tiempo, un progresivo descrédito y desconfianza de los ciudadanos en la Justicia como último baluarte del Estado de Derecho”.

La plataforma pretende “un gran PACTO DE ESTADO que asuma el compromiso de restituir al poder judicial y a cada uno de sus titulares la independencia y la dignidad que la Constitución les reconoce”.

Si los propios jueces dicen que no hay justicia en este país, verdad será.

Por cierto, y dicho sea de paso, ninguno de los jueces que a mí me han tocado, que yo sepa, han firmado el manifiesto. Supongo que a ellos ya les van bien las cosas tal y como están.

El problema más grave de este país es que la gente no puede vivir en paz y con tranquilidad. Pero lo más grave de todo, es que no es por culpa de los delincuentes sino de los jueces.

Ya lo dijo Quevedo: “menos mal hacen los delincuentes que un mal juez”.

Y lo ha dicho Luis Bertelli: “Veintitrés intensos años de convivencia con el Poder Judicial avalan la manifestación de este letrado de que en su seno tenemos a los mayores criminales de este país, no sólo por vulnerar impunemente las leyes penales, sino por haber arruinado, abusando de su poder, la vida de infinidad de ciudadanos y obligado a tantos justiciables y profesionales a prostituirse conocedores de que los pleitos los ganan los más allegados al juez”. 

Y ya lo dice el Talmud: “desgraciada la generación cuyos jueces merecen ser juzgados”.

Y así vivimos en este país la gente corriente: permanentemente agobiados, irritados, exasperados, expoliados y amargados. 

Y, ¡desgraciados! ¡Muy desgraciados!