jueves, 27 de septiembre de 2012

¡Qué pesadilla de Macacos!



A parte del acoso continuado durante hace ya ocho años, he tenido que sufrir ataques puntuales y muy agresivos con la clara intención de que no los resistiera y me fuera al instante sin que tuvieran que pagarme un euro.

Uno de los más graves lo sufrí a principios del año pasado.

El Jefe del laboratorio dejó de comprar material de control, que yo necesitaba  para uno de los aparatos utilizados en mi sección de trabajo. Le comuniqué, mediante un escrito, que yo no podía trabajar sin material de control, pues sin él es imposible saber si los resultados que da un aparato son fiables o no.

Le vino al pelo la situación que él había creado. Se fue a Dirección a decirles que a mí no me daba la real gana de realizar todo mi trabajo y supongo les diría que aprovecharan la ocasión.

El caso es que estaba yo un día a las once de la mañana desayunando en un cuartito pequeño que tenemos para ese menester, cuando entraron intempestivamente el macaco Director, el Jefe de Personal y uno de mis no-compañeros. El Jefe de Personal bloqueó la puerta para que yo no pudiera salir y nadie pudiera entrar.
Yo estaba sola en el cuartito, pues en esa época nadie quería estar conmigo y sólo entraban a desayunar cuando yo salía.
El macaco director Molino me clavó la mirada y me repitió varias veces que como yo no quería trabajar me quitaba todas mis funciones.
Yo le repliqué que era mentira lo que estaba diciendo, que se dejara de tonterías y que me diera el material de control y la información necesaria para poder seguir trabajando.
No me escuchó en ningún momento y siguió repitiendo como un papagayo que como no quería trabajar me quitaba todas mis funciones.
Ese día yo tenía guardia y mi no-compañero se apresuró a decir que si me quitaban todas mis funciones no podría hacer las guardias. Al instante replicó el macaco Director que, naturalmente, también me quitaba de hacer guardias y que la guardia de ese día la hiciera mi no-compañero.
Se fueron tan intempestivamente como habían entrado, y me dejaron allí temblando durante un buen rato.

Me fui, poco después, al cuartito donde trabajaba, aún temblando e intentando relajarme, cuando bajó el Jefe de Personal con una carta de Dirección diciéndome que la firmara. La leí y era un escrito con jerga tipo la que usan los políticos, de esa que escriben y escriben y no dicen nada. Lo único que se entendía es que me quitaban de hacer guardias. Evidentemente le dije al Jefe de Personal que yo no firmaba la carta, porque era mentira lo que ponía en ella. No la firmé, pero me la quedé.
Poco después, en el expediente, me acusarían de no aceptar las notas que me enviaban de Dirección.
Yo seguí en mi puesto de trabajo realizando todo lo que podía hacer, todo menos lo que se hacía con el aparato en cuestión.

Al día siguiente en uno de los muchos momentos en que yo estaba sola, entró intempestivamente y cerrando la puerta tras él, en el cuartito donde yo trabajaba, el Jefe del laboratorio.
Me repitió dos veces que yo ya no tenía que estar allí, que me habían quitado todas mis funciones y ya no debía quedarme en ese puesto de trabajo.
Le dije que a mí nadie me había dado por escrito que me habían quitado mis funciones y, sacando yo una grabadora, le dije que me repitiera lo que me había dicho antes. No se atrevió a decir nada más y se marchó tan intempestivamente como había entrado.
No me moví de mi puesto de trabajo en ningún momento.

Consulté con el abogado del sindicato lo que ponía en la carta y me confirmó que lo que se entendía era que me quitaban las guardias. Así que yo continué en mi puesto realizando todo lo que podía hacer. El resultado fue que me disminuyó el trabajo mucho, hasta el punto de trabajar un día sí y otro no.

¿Cual era la intención de los macacos? Pues simplemente confundir mi mente, pues saben muy bien que una mente confundida es capaz de cometer errores muy graves. Querían que en un estado de confusión me fuera a casa y así me podrían acusar de abandono del puesto de trabajo. Con eso automáticamente uno se va a la calle.

Idea luminosa que les salió rana.

Lo dicho: ¡Qué pesadilla de macacos!

3 comentarios:

  1. Querida compañera, sólo mostrarte mi apoyo. Conozco la empresa y he padecido mobbing también. Todo empezó al quedarme embarazada.
    Amenazas, gritos....
    Yo resistí, pero me arrepiento de no haber denunciado.
    Como consejo si me o permites, hazte fuerte.
    GRABA todo, denuncia y si necesitas apoyo psicológico no dudes en acudir a el.
    Hay otros mundos fuera del Xalud y más prósperos. No tengas miedo y denuncia.
    Un abrazo

    No te fíes del sindicato están vendidos al Xalud. Yo les dije que se habían dado las preguntas de la OPE medio me amenazaron

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  2. Te voy a seguir.
    Me siento tan identificad@ contigo en tus comentarios, que no puedo mas que apoyarte.
    Fijate que hasta pongo @....

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  3. Aquí Artemisa.
    Gracias por vuestro apoyo, a los dos anónimos.
    Para mí ya ha pasdo lo peor, estoy en la recta final y ya sólo me queda lo mejor.
    En respuesta al primer anónimo: no te arrepientas de nada; cada uno hace lo que el cuerpo le pide. Si no denunciaste es que no estabas con ánimo para resistirlo. Si estas bien ahora es lo que importa. No mires atrás.
    Con el tiempo me he hecho fuerte, muy fuerte y ya no tengo miedo.
    En cuanto a un buen apoyo psicológico es muy difícil conseguirlo, con la sanidad que tenemos. Al final cada uno se tiene que espabilar solo.
    De los sindicatos no me fio ni un pelo. He comprobado en mi propia carne que no ayudan nada. Deberían desaparecer; son un gasto inútil.
    Un abrazo a todos lo que me apoyan.

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