Es el Jefe de todo el
sistema sanitario de Aragón y actualmente el cargo es ocupado por el macaco
pepero Oliva. Su nombre le viene como anillo al dedo, por el hueso que tiene
por corazón y por el aceite que circula por sus venas que le hace resbalar cada
vez que dice o hace algo.
En teoría es el que manda,
y digo en teoría porque en realidad es un pelele del sistema.
Por muy orgulloso y
satisfecho que se sienta de haber llegado donde ha llegado, un hecho que
previsiblemente no se volverá a repetir, es un pelele.
Un gran pelele, pero
pelele al fin y al cabo.
Es una marioneta de los
intereses de su partido, de su jefa y de sus jefecillos subalternos, es decir,
también lo es de aquellos a los que en teoría manda.
Y es por eso que un
jefecillo sin importancia, de un laboratorio sin importancia para el macaco
Consejero, ha conseguido que el gran jefe esté a merced de sus caprichos.
Un Consejero que pasará a
la posteridad por su frase lapidaria: “Todos somos minibárcenas”, en alusión al gran macaco estafador de su partido
político.
Nadie sabe si ese “todos”
se refiere a todo el mundo o simplemente a todos los políticos.
Lo que si está claro es
que actualmente todos los políticos son minibárcenas.
Y entre la población no
política, hay muchísima gente que no es minibárcenas.
Muchísima gente que tiene ética y moral y cuyo interés es arreglar una sociedad
que ha sido destrozada por los macacos.
Y como gran pelele que es,
firmó y me dio la gran patada por primera vez.
Firmó por ordeno y mando
de sus jefecillos subalternos, sin mirar ni uno, ni medio de los documentos
presentados por mí.
Gracias a él, según el
primer expediente, me echaron a la calle por dos años y medio.
Y ahora ha vuelto a
firmar otra vez, por ordeno y mando de sus jefecillos subalternos, y sin mirar
ni uno, ni medio de los documentos que yo le he presentado.
Gracias a él, según el
segundo expediente, me echarán a la calle dos años y medio más.
En total cinco años a la
calle, sin derecho a nada.
¡Cómo si no hubiera
trabajado en la vida! Yo, que llevo un montón de años trabajando.
Y así rematará la gran
patada.
Y así es como un
jefecillo maquiavélico insignificante convenció al satánico Gerente de un
hospital insignificante, de que yo era una persona peligrosa para los intereses
macaquiles, y el diabólico Gerente
convenció al macaco Director Gerente de que yo era extremadamente peligrosa y
que me tenían que echar del trabajo inmediatamente y sin dilación.
Y así fue que el macaco
Director Gerente resolvió que me echaran a la calle e hizo que el pelele macaco
Consejero firmara mi despido.
Y así es como un
jefecillo maquiavélico insignificante se siente orgulloso y satisfecho de haber
podido conseguir que el gran jefe, el pelele macaco Consejero, se haya puesto a
sus pies, y a disposición de sus intereses particulares.
¡Muchas Gracias gran
macaco Consejero Oliva!
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