jueves, 24 de abril de 2014

El macaco Director


Los macacos, ya se sabe, son unos macacos integrales. ¡No tienen alma!
No tienen empatía por el prójimo y sólo aspiran al poder, a la satisfacción de sentirse importantes y a embolsarse cuanto más dinero mejor.
¡Caiga quien caiga!

En mi recorrido del mobbing han pasado cuatro macacos Directores.

El primero era un inútil que sólo aspiraba a no hacer nada, a que lo dejaran tranquilo, y nunca quiso recibirme para hablar con él.

El segundo no era un macaco común, pero entró, vio el panorama y se largó pronto.

Y, el último, el cuarto, es un inútil que también quiere vivir tranquilo y todo su trabajo consiste en apoyar, desde la retaguardia, el mobbing del Capitán.
Este último Director fue el que intentó que no me reincorporara al trabajo, cuando el juez dictaminó que me tenía que incorporar inmediatamente. Eso fue cuando el macaco Consejero me echó a la calle por resolución de mi expediente disciplinario.
Fue este cuarto macaco Director el que me dijo que me fuera a casa, que ya me avisarían cuando el Capitán decidiera que me pudiera incorporar al trabajo. O sea, ¡nunca!
¡Todo para poder acusarme de ausencia en mi puesto de trabajo!

¡Será canalla el grandísimo macaco!

Pero el más importante y el más activo fue el tercero: ¡el gran macaco Molino!

Este macaco se hizo muy amigo del Capitán y le apoyó en todo, y todo el tiempo que duró su dirección.

Me acosaba por la sensación de poder, porque le henchía de satisfacción y por la diversión. ¡Y qué diversión! ¡Este macaco se divirtió de verdad! ¡Y mucho!

Cada vez que me llamaba a su despacho lucía en su cara una sonrisa irónica que me decía: ¡Ahora sí que no te vas a poder escapar!

La primera gran encerrona que me preparó fue para acusarme de que llegaba tarde a trabajar. Imposible olvidar aquel día, ¿verdad señor macaco?
Preparó una reunión, orgía acusadora y acosadora, con el Capitán, la Sargento y dos contratados cuya misión era la de asentir a todo lo que allí se dijera en contra de mí.
¿Se acuerda, señor macaco, las veces que repitió que todos decían que yo llegaba tarde?
¡Y claro, no quiso creerme a mí cuando le dije que no era cierto!

Y… ¿se acuerda de que le solicité que pusiera un reloj para que pudiéramos fichar todos? Pero claro eso no podía ser. ¡No se fueran a poner en evidencia el Capitán y la Sargento! Porque usted ya sabía que la Sargento llegaba una hora tarde a trabajar todos los días y el Capitán aún más tarde.
¿Se acuerda de que tuve que abandonar la reunión porque me encontraba al borde de un ataque de nervios?

¡Y tuvo que humillarme!, haciéndome firmar cada día al entrar a trabajar. ¡He sido el único facultativo en toda la historia del hospital que ha tenido que fichar!

¡Qué gran logro para usted! ¡Qué placer! ¡Qué cara de diversión lucía todas las mañanas cuando entraba yo a firmar en su despacho!

Y… ¿se acuerda de cuando el Capitán no me quería firmar las vacaciones ni los días de fiesta? ¡Lo que me llegaron a amargar la vida en aquella etapa! ¡Fue el momento con más ansiedad de mi vida! ¡Tenía siempre la tensión por las nubes!

Y… ¿se acuerda de aquel día que bajó al despacho del Capitán porque éste quería que yo cambiara mis días de fiesta de Navidad por otros que no me interesaban, sólo por fastidiarme?
Me llamó desde el despacho del Capitán, porque desde allí usted podía verme a través del cristal del despacho.
Ese día se divirtieron de lo lindo, ¿eh? ¡Qué bien podían ver, los dos desde el despacho del Capitán, la angustia y la ansiedad que me estaba entrando!
¡Me tuve que ir a Urgencias! ¡Tenía la tensión por las nubes!
Y, usted se pasó por allí para ver qué bien le había salido la jugada.
¡Qué pena que no me diera un infarto! ¿Verdad?
O, ¡que no me fuera al otro barrio, de camino a casa! Pero no, esto no pudo ser porque me vino a buscar mi marido.
¡Ah! ¡Eso sí! En el expediente me ha acusado de no ir a trabajar al día siguiente.
¡Lástima, para usted, que yo tenga el justificante de la baja!

Y… ¿Qué decir del día que le llamó la Sargento para que me obligara a hacer un trabajo que no me correspondía y que yo no podía hacer porque estaba hasta el cuello de trabajo?
Ese día me tuvo una hora al teléfono, repitiéndome y repitiéndome sin parar, que la culpa de mis problemas era mía y que su intención era arreglar los problemas del laboratorio.
¡Qué gran macaco es usted! ¡Lo que se ha llegado a divertir a mi costa!

¡Una hora! Repitiendo y repitiendo, como un disco rayado, dos únicas frases: “¡Qué yo era la culpable de mis problemas!” y, “que su intención era arreglar los problemas que yo causaba en el laboratorio”. ¡Toda una hora, repitiendo y repitiendo lo mismo!
A eso los psicólogos lo llaman provocar “terror psicológico telefónico”.

Y… ¿Qué decir del día que montó una escaramuza de linchamiento psicológico, orgía acusadora y acosadora y me agredió psicológicamente, con la ayuda del Jefe de Personal y del soldado nº 1, en la  pequeña salita donde estaba yo sola desayunando?
¡Aquel día si que se divirtió, y mucho!
¿Se acuerda cuántas veces me acusó de no querer trabajar, y que por eso usted me quitaba todas mis funciones, repitiéndomelo una y otra vez, como un disco rayado, sin poder decir yo ni una palabra? ¿Cuántas veces serían? ¿Veinte o treinta?
Y me dijo, de palabra, que me quitaba todas mis funciones. Pero eso si, ¡sólo de palabra!, pues el Jefe de Personal me entregó una nota que no la entendió ni mi abogado. Nadie ha podido entender nunca qué me quieren decir en ese escrito.

¡Bonita manera de intentar confundirme y volverme loca!: decir de palabra que me quitaba todas mis funciones y entregarme un escrito que no ponía nada de eso y que nadie entendía qué me quería decir.
¡Claro que su intención era que yo abandonara mi puesto de trabajo! ¡Como me dejó sin trabajo, se pensó que me iría a llorar a casa y ya no volvería!
Y así me lo confirmó el Capitán al día siguiente. Me dijo que yo no tenía que estar allí, que ya no tenía ningún trabajo que hacer, que me lo habían quitado todo y que yo ya no pintaba nada en el laboratorio.

¡Suerte que entonces pude mantener un poco de cordura y no me moví de mi sitio! ¡Suerte para mí, claro! Supongo que el Capitán se debía revolver de rabia.
  
¡Fue la etapa más dura y miserable de mi vida! ¡Tenía siempre la tensión disparada!

¡Qué pesadilla de macaco!

5 comentarios:

  1. Sigue escribiendo Artemisa, hay mucha gente que sigue tu blog, está interesantísimo! Ánimo y sigue adelante.

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  2. Los que te acosan lo hacen porque ven amenazado su poder absoluto, porque no perteneces al borreguero, porque te has diferenciado, porque temem que seas la espoleta que destruya sus privilegios si encontraras seguidores en sus dominios, y no están dispuestos a perder su estatus. Por eso te tienen miedo y quieren destruirte.
    Por lo tanto puedes estar segura de que tus actitudes no les son indiferentes. Te atacan porque les das donde más les duele y es probable que también pasen dias y noches sin dormir a causa de la rabia y de la impotencia ¡ése es tu poder! ¡ánimo!

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  3. Gracias por animarme.
    Se que les doy donde más les duele y se que se están poniendo muy nerviosos. Les he alterado su vida pacífica en su reino de taifas. Ya no les es tan fácil hacer tantos chanchullos y se podría decir que en estos momentos estoy mucho más tranquila yo que todos mis no-compañeros. Tienen más que perder ellos que yo.
    Puedo destruir sus privilegios, pero me temo que lo tendré que hacer yo sola, no hay nadie que se atreva a seguirme. En este mundo la gente tiene mucho miedo. Yo ya lo he perdido.
    Gracias por seguirme, aún me quedan muchas cosas interesantes por contar.
    Es increíble como una sola persona puede liarla tan gorda a su alrededor.

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  4. En el Xalud todos conocemos "más un caso" de acoso laboral. Hay una gran violencia que se cierne como una espada de Damocles sobre los que trabajamos en instituciones cerradas, y que nos obliga a callar actos denunciables por temor, ya que esta violencia, que forma parte de la cultura organizacional, hace que nos sintamos oprimidos los que no estamos alienados.
    La red es perfecta: sindicatos, servicios de prevención, inspectores, jefaturas, compañeros... Todos lo saben, pero nadie que ocupe un puesto se atreve a desmontar el sistema tóxico de relaciones que rige en los hospitales hoy día ¿Se le ha ocurrido a alguien establecer asociaciones entre esto y al absentismo?¿cuándo va ha dejar de ser este tema tabú?
    Tu blog abre una puerta a quienes hemos pasado por lo que tú estás pasando y no hemos podido expresarnos. Gracias.

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  5. Lo que pretendo, con mi caso y con este blog, es poder abrir la gran puerta: la que de una gran vía dé entrada a las soluciones y a los arreglos de tantas miserias que hay en nuestro sistema de salud.
    Y sí, el absentismo laboral tiene que ver con todas las amarguras que sufrimos los trabajadores. La única manera que tenemos de aliviar nuestro malestar es ponernos malos y que nos den la baja.
    Y espero que viendo escrito lo que yo estoy pasando ayude a muchos a comprender que sufren no por causa suya sino porque tenemos una mierda de sistema.
    El sistema de salud tendría que ser un lugar relajado, con gente que trabajara sin amarguras, porque ya bastante estrés produce el trabajar con enfermos para que encima te vayan jodiendo los políticos y los jefecillos miserables.
    En fin, yo continuo...

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