Nadie puede decir, ni
de manera aproximada, los hechos que se desarrollaron, ni cómo se desarrollaron,
durante la Edad Media. Verdad es que hay un gran agujero negro en la Cronología
histórica de ese periodo. Los religiosos se han encargado durante mucho tiempo
en liarla, muy bien liada, con sus mentiras y engaños a base de mitos y
leyendas. Ellos que nos dieron un mandamiento a nosotros diciéndonos “No
levantarás falsos testimonios, ni mentirás”, son los diablos más mentirosos del
mundo. Como resultado, es totalmente imposible saber qué ocurrió antes del
siglo XVII.
Anteriormente al XVII
hay una gran brecha histórica; a partir del siglo XVIII la historia está más
clara. El siglo XVIII dio comienzo a la fabricación de la matriz de nuestra
era, la Edad Moderna.
Todo empezó con el
Vaticano, ligado al satánico Sacro Imperio Romano Germánico, que como dijo
Voltaire, en 1700, no era ni sacro, ni imperio, ni romano. Sólo eran cuatro
gatos centroeuropeos con mucha ambición y un gran deseo de poder. Se
consideraban los amos del mundo y sus descendientes lo siguen considerando.
De aquellos polvos, vienen
estos lodos.
“Basta repasar las
primeras páginas de la Biblia para encontrarse con el hecho de que la desgracia
del género humano comenzó con la mentira. Cuando la serpiente original logró
que Eva creyera sus embustes, la primera pareja entró por el camino del
desastre. La mentira de la serpiente estaba cargada de astucia en su pasmosa
sencillez”, dice Cesar Vidal en su libro, Mentiras de la Historia…de uso común.
Y es que los humanos somos muy tontos, ingenuos y crédulos.
¿Quién pensáis que fue
la serpiente de la Biblia? Pues sencillamente el Papa romano que nos obligó a
conocer la “Ciencia del Bien y del Mal”, según sus intereses. El Papa y sus
acólitos nos forzaron a cumplir un decálogo que ellos no siguieron. Ellos
adoraban al becerro de oro.
En 1714 el francés
Felipe d’Anjou invadió la península ibérica, instalándose en la villa Matriz, con
el consentimiento del Sacro Imperio Romano Germánico; su misión era la de poner
a todos los habitantes de la península a los pies del Vaticano. Para convertir
a toda su gente el Papa envió a su ejército, “la Satanísima Inquisición”.
La Inquisición empezó a tejer la telaraña en Iberia mediante la religión católica romana. Desde la Matriz la extendió por todo lo que posteriormente sería España y Portugal y desde aquí la expandiría por América. La Compañía de Jesús, creadores de la Satanísima Inquisición, seguiría su trabajo en Asia y África pero en Asia, viendo sus verdaderas intenciones, le dieron con la puerta en las narices en el siglo XIX. En África ha seguido implantando el mal hasta nuestros dias. La Matrix se completó, fuera del mundo hispánico, con la serpiente sajona que invadió gran parte del mundo. Los Sacros y los Sajones, las SS, fueron la parte más importante del Sacro Imperio Romano Germánico.
Dicen que una nueva
civilización se construye sobre los cimientos de otra. Para construir un nuevo
orden tenían que destruir y borrar la memoria del antiguo. Y lo hicieron con la
religión. El Cristianismo, en todas sus versiones, sometió a nuestros
antepasados.
La palabra religión
viene del latín “religare”, lazo, que quiere decir volver a ligar, unir y
enlazar. Es unir a los que antes estaban separados con el fin de formar una
comunidad. La misma comunidad reposa sobre creencias y rituales que refieren y
expresan maneras comunes de vivir, prácticas que unen a la gente.
Para un nuevo orden,
necesitaban una nueva creencia religiosa que uniera grupos de gente con
pensamientos diferentes. Fue entonces cuando empezó la globalización mundial,
comandada por las SS.
En Iberia, en el siglo
XVIII, convivían pacíficamente grupos de etnias diferentes, cada uno con sus
creencias religiosas. Habitaban semitas que provenían del sur de Europa o del norte de África y otros
grupos que eran de origen eslavo. Mayoritariamente la gente era hebrea (poco
que ver con los judíos actuales) que creían en Dios y no en Jesucristo y también
había grupos que practicaban un cristianismo primitivo, como el Arrianismo o el
Nestorianismo.
Todos los que no
aceptaron el Cristianismo católico, con el Papa como cabeza de Cristo, fueron
considerados ateos y tenían que ser eliminados del mapa.
Se creó España como un
reino con una única confesión, la Católica Romana y posteriormente se creó el
reino de Portugal también católico romano.
De Iberia partió el
almirante Cristóbal Colón por orden del Vaticano y acompañado de jesuitas con
la misión de colonizar América y de evangelizar a su gente según el catolicismo romano.
Colón no descubrió
nada, porque no había nada que descubrir. En aquel tiempo se conocía
perfectamente, sin lugar a dudas, la existencia de América; hay pruebas de que
había intercambio comercial entre Iberia y el continente americano. Incluso hay
quien dice que antes de la colonización había hebreos en América.
Lo que sí está claro
es que Colon es igual a “colon-ización”. Es decir, que la partida de Colón fue
el pistoletazo de salida de la dominación y esclavización del mundo entero.
Por el dolor, tiranía,
vejación, sumisión, opresión, y el
exterminio, nos hermanaron a españoles y americanos.
Y así, como os digo, empezó a construirse la telaraña de la globalización mundial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario