Los sucesivos macacos
Gerentes que han ido pasando por el hospital siempre han estado al servicio del
Capitán y sus caprichos.
Todo empezó hace ya mucho
tiempo, con la llegada del macaco gerente Almidez.
Este macaco llegó de la
mano de la macaca No-eh-no, pisando fuerte y machacando.
El macaco Almidez eliminó
de un plumazo el laboratorio donde había estado yo tantos años trabajando.
Y me dejó colgada cuando
hacía una sustitución por vacaciones en otro laboratorio dependiente del
hospital.
La macaca No-eh-no llegó
decidida a cargarse la sanidad pública y a montar la sanidad privada, y el
macaco Almidez se encargó de empezar a transformar el Centro de Especialidades
donde yo estaba entonces trabajando en un Consorcio.
La cuestión es que me
tenía que quedar a trabajar en el laboratorio donde estaba haciendo la
sustitución por vacaciones, pero entonces decidió el Capitán que yo no le
gustaba y empezó a hacerme la puñeta todo lo que pudo.
El Capitán convenció al
macaco Almidez que yo era una piedra en el camino de creación del Consorcio, y
cuando no llevaba ni dos meses trabajando en este segundo laboratorio, me
encontré una nota encima de mi mesa que ponía que me tenía que ir
inmediatamente al hospital. La firmaba el macaco Almidez.
Así de ruines,
miserables, maquiavélicos y diabólicos son los macacos, nunca dan la cara.
Siempre dan una puñalada trapera.
Aunque con todo lo que
este macaco hizo por la macaca No-eh-no, cayó en desgracia y fue defenestrado
pronto. Lo enviaron a archivar papeles en un lugar recóndito de algún hospital
del reino.
Eso sí, con un sueldo de
lujo de por vida: el de macaco Gerente.
El siguiente macaco
Gerente fue el macaco Mazazo.
Un inútil total, cuya
única consigna fue no hacer ni decir nada, para no meterse en ningún lío y
aguantar el máximo de años posible en su puesto. Porque lo único que le
interesaba era conservar su sueldo de Gerente para el resto de su vida.
Durante su Gerencia, la
macaca No-eh-no puso en marcha definitivamente el Consorcio y empezó a hacer
todo lo posible para que el hospital donde yo trabajaba en ese momento
funcionara mal, muy mal. Su intención era hacer creer a la población, con el
paso del tiempo, que como la sanidad pública funcionaba fatal era mejor dar
paso a la privada.
Y… así empezaron todos
los chanchullos financieros del Consorcio.
Y… así empezó el agujero
negro del Consorcio, que chupa del bote de las arcas públicas, y se traga todo
lo que los sucesivos macacos mandamases le permiten.
¡Es un tragar sin fin!
Y… el Consorcio expropió
un laboratorio público y lo convirtió en privado.
Y… anunciaron a bombo y
platillo que habían hecho, en el Consorcio, un laboratorio de Urgencias.
Y…para que el laboratorio
les saliera barato y los mandamases del Consorcio pudieran embolsarse más
dinero público, pusieron al mando del laboratorio un Técnico de Laboratorio.
Señores macacos: ¡eso es
intrusismo laboral! Y está penado por la ley.
Ya sé que a ustedes,
señores macacos, la ley les importa un comino.
Ya sé que ustedes,
señores macacos, creen que la ley es lo que ustedes dicen y que están por
encima del bien y del mal.
Pero lo digo aquí, para
ponerlo en conocimiento de todos los trabajadores sanitarios del reino, y
recordárselo a todos los sindicatos.
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