La segunda arma del Capitán es la difamación, y es un arma destructiva enormemente poderosa.
Según la Real Academia de
la lengua española (RAE), el honor es la gloria o buena reputación que sigue a la
virtud, al mérito o a las acciones heroicas, la cual trasciende a las familias,
personas y acciones mismas de quien se la granjea (parece que los sesudos de la
RAE, se lo han currado para poner una definición turbia, que no entienda la
gente corriente).
Sin embargo, la Wikipedia
es bastante más clara que la RAE y dice:
Se suele entender el
honor como un conjunto de obligaciones, que si no se cumplen hace perderlo: es
lo conocido como Código de Honor o sistema de honor; una serie de reglas o
principios que gobiernan una comunidad, basadas en ideales que definen lo que
constituye un comportamiento honorable frente a esa comunidad.
La violación de un Código
de Honor puede ser objeto de sanciones, o incluso de expulsión de la comunidad
o la institución afectada.
Por otra parte, distingue
la honradez que, según la Wikipedia, es más propio de una concepción burguesa
del mundo: la fiabilidad en los negocios.
Y por otra parte está la
honra.
Dice la enciclopedia
Larousse de la honra: 1. Circunstancia de ser alguien por su conducta digno de
aprecio y respeto. 2. Buena opinión y fama adquirida por la virtud y el mérito.
Y así era en la Edad
Media: el honor era una virtud del hombre, género masculino, que se extendía a
su familia, y la honra era la buena opinión y fama que tenía un hombre en su
comunidad y por ende su familia.
Con el paso de los
siglos, el significado de estos términos se ha ido entremezclando y
confundiendo.
De la difamación, dicha
enciclopedia dice que es la acción y efecto de difamar.
Y de difamar dice que es
desacreditar a alguien publicando o diciendo cosas contra su buena opinión o
fama.
Dice la Wikipedia: En el
derecho (jurídico) el honor, la reputación y la honra están extremadamente
ligados, aunque esta última se asocia más al concepto de imagen.
Son atropellos al derecho
a la honra, que es un derecho humano, y a la reputación, que también es un
derecho humano, los comportamientos dirigidos a denigrar a las personas, los
que comprenden la imputación de delitos y de inmoralidades, las expresiones de
vituperios y los actos públicos de menosprecio.
En la actualidad, el
derecho al honor, asociado a otros derechos, como los relativos a la propia
imagen y a la intimidad personal y familiar y sobre todo al concepto de
dignidad humana, es objeto de protección jurídica, tanto en las distintas
legislaciones nacionales como en la Declaración Universal de los Derechos
Humanos.
La honra y reputación son
derechos humanos establecidos en el artículo 12 de la Declaración Universal de
los Derechos Humanos.
La Constitución española de
1978 las protege en su artículo 18.
Y resulta que la
Declaración Universal de los Derechos Humanos nos elevó a las mujeres a la
condición de seres humanos, cosa que antes no éramos.
Y en España, la
Constitución de 1978 nos dio a las mujeres plena igualdad jurídica al hombre y nos
elevó también a la condición de seres humanos.
La Constitución española
proclama la igualdad de los españoles ante la ley sin que pueda prevalecer
discriminación alguna por razón de sexo (artículo 14)
Y, así, las mujeres, no
fuimos personas hasta casi el final del siglo pasado, esto es, hace poco más de
treinta años.
Pero resulta que la mente
del Capitán, y todo su ejército, se ha que dado anclada en la Edad Media y no
ha evolucionado nada de nada, con el paso de los años.
Tiene una mente tan
retrógrada que piensa que yo no tengo derecho a ejercer en mi puesto de
trabajo, porque las mujeres han de estar en cargos que para él son inferiores,
como técnicos o a lo sumo como enfermeras, y que siempre están a su servicio.
Con una mente tan
extremadamente retrógrada, ¿cómo no iba él a descargar toda su violencia contra
mí?
A eso, señor Capitán, en
el mundo occidental se le llama: VIOLENCIA DE GÉNERO.
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