Y… Sigue diciendo el juez
Blanco en su deleznable auto sobre el levantamiento de la medida cautelar,
según palabras textuales: “… Del mismo modo, se le supone un prejuicio
económico (…) es cierto, pero eso en un momento u otro, si se confirma la
sentencia, se producirá y tampoco se ha acreditado que no esté dada de alta en
el RETA, al no haberse aportado certificado negativo…”.
¿Será posible? ¡Su
Ilustrísima Señoría pasa de todos mis documentos! ¡Ni siquiera se ha mirado el
certificado de Hacienda que yo aporté!
El satánico Elangelito,
para asegurarse de que el juez me quitara la medida cautelar, le dijo que yo,
aparte de trabajar en el hospital, tenía privada. Eso fue porque, cuando el
juez me concedió la medida, señaló que me la daba porque mi trabajo público era
mi única fuente de ingresos.
¡Gran mentira, que yo
tenga privada!, cosa que demostré aportando el certificado de Hacienda y además
una nómina. Los complementos de la nómina demuestran que trabajo en exclusiva
para el hospital y que el diabólico Gerente lo sabe y mintió deliberadamente.
Pero como su Señoría está
tocada con el dedo peperil, según su costumbre habitual respecto a todo lo que
yo aporto: ¡Ha pasado de mis documentos!
Y… Sigue diciendo el
juez: “…aparte de que podría trabajar en el sector privado a partir de ahora…”
¡Claro que podría! ¡Y también
podría hacer la calle! ¡No te fastidia!
Pero resulta que no he
estudiado ni para lo uno, ni para lo otro. Yo estudié y aprobé unas
oposiciones, y con muy buena nota, para trabajar en la sanidad pública.
Y… Sigue diciendo el
juez: “…Finalmente, en cuanto a que una hipotética sentencia estimatoria podría
dar lugar a un perjuicio económico de la administración, si tuviese que
indemnizarle por el tiempo de suspensión, es cierto, pero no sólo es la propia
administración la que lo pide, lo cual hace pensar que ha valorado tal riesgo y
posible perjuicio…”
¡Para morirse de risa!,
si no fuera que a mí me hace llorar.
¿Desde cuándo la
administración se preocupa del perjuicio económico que provocan sus
actuaciones? ¿Desde cuándo a la administración le preocupa derrochar el erario
público?
¡Su Ilustrísima Señoría
cree que la gente es tonta! ¡Con la que está cayendo!
El echarme a la calle
supone que durante seis meses pagarán a un sustituto por hacer mi trabajo y
después me pagarán, y me indemnizarán a mí, por todo el tiempo no trabajado.
¡Casi nada! ¿Pero qué le
importa eso al perverso Elangelito? Él, con satisfacer sus caprichos, ya está
contento.
Y… Sigue diciendo el
juez: “…sino que en el contrapeso de tal
perjuicio hay que ubicar las posibles indemnizaciones que por responsabilidad
patrimonial se derivarían si un error en el diagnóstico, una tardanza indebida
o un error o confusión por falta de comunicación en el equipo (imagínese un
cambio de análisis, por ejemplo) causasen un perjuicio a los pacientes…”
¡Para morirse de risa!,
si no fuera que a mí me hace llorar.
El juez repite, como un
disco rayado, todo lo que los macacos le dicen y sin comprobar una sola cosa.
Pues sí, su señoría, en
eso tiene usted razón, cuando un equipo no funciona bien pueden haber errores
de diagnóstico, y de hecho ya los ha habido en este hospital, y uno muy gordo.
Tan gordo, tan gordo, que le costó a la administración 60000 euros.
Pero da la casualidad que
ese error de diagnóstico no lo pude cometer yo, porque en ese momento yo estaba
de baja laboral.
Y el responsable del
equipo, y de ese error, es precisamente el Capitán del ejército de hierro.
Pero claro, al juez eso
no le interesa saberlo.
¡Cómo se le nota a su Ilustrísima Señoría el amiguismo macaquil!
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