domingo, 12 de noviembre de 2023

Un Sistema Sanitario podrido hasta la médula

 

Nuestro Sistema de Salud no puede estar más podrido porque ha llegado al grado summum. Y no me refiero sólo al nivel político, que está putrefactado a tope, sino también a los niveles inferiores. Ya que, al igual que una manzana podrida pudre todas las de la cesta, la podredumbre política ha gangrenado todo el sistema.

Lo normal y corriente, dentro de los servicios de salud, es que los especialistas tengan un ego más grande que una catedral. En todas las áreas de trabajo, los especialistas médicos trazan una barrera en la puerta de sus despachos y todos los que no caben dentro son considerados subalternos. Los subalternos no forman parte de la élite médica y son considerados maquinaria de trabajo. Pero eso sí, si hay un fallo o un problema en cualquier momento siempre se buscará un subalterno para echarle la culpa. ¡La élite médica jamás se responsabiliza de nada!

En los hospitales no se trabaja en equipo. Sólo se cumplen protocolos.

Así que si alguno de vosotros tiene algún tropiezo en un hospital, o Centro de Salud, ya puede buscar responsables en el infierno porque aquí, en la tierra, no encontrará ninguno.

En los Centros Sanitarios está todo el mundo politizado, yo creo que hasta las cucarachas que hay en los sótanos de todos los centros. Y todos se llevan a matar.

Cada uno intenta mantener su ego a flote, intentando evitar que otro se lo pise. Pero la cosa está muy difícil. Hay que mantener “ojo avizor” continuamente vigilando que alguno de tus compañeros, o no compañeros, te ponga la zancadilla.

No es extraño que el colectivo sanitario tenga altas tasas de depresión y ansiedad.

Supongo que habrá algún lugar tranquilo en algún hospital pequeño donde se respire buen ambiente y no hostilidad; pero yo no pondría la mano en el fuego por ningún centro español.

El caso es que hasta el año 2000 el ambiente hospitalario era relativamente decente. Pero la entrada de energía del siglo XXI ha acrecentado todo lo malo de este mundo a un grado superlativo.

En este mundillo a la que te descuidas te clavan una puñalada trapera.

Antes del año 2000 tenía yo un puesto de trabajo, ganado por oposición, en un lugar tranquilo donde estaba feliz y en ningún momento pensé que alguien tuviera la osadía de arrebatármelo a traición. Pero llegó el siglo XXI, el siglo del demonio, y me jodió la felicidad.

Pasó que una cabrona sinvergüenza se encaprichó de mi puesto de trabajo y un jefe, aún más sinvergüenza y además psicópata, empeñó todas sus fuerzas en echarme de mi puesto. El jefe, pobre tipejo, es tan inseguro y miserable que temía que yo le quitara su puesto de superior.

Cuando un jefe del Sistema de Salud te hace mobbing es para echarse a temblar, porque todos los endemoniados jefes políticos se ponen de su lado. Y no sólo los jefes sino también los compañeros, que algún provecho sacan. El sistema favorece y premia las discordias.

¡No hay justicia que valga!

Yo no temblé y me metí en un mar de juicios. Sabía que acabaría perdiendo pero no soy de las que dejan que la pisen sin defenderse.  

Me castigaron con cinco años sin trabajo ni sueldo. Cumplí mi castigo y volví a otro puesto de trabajo con la cabeza bien alta.

Mi caso es sólo un ejemplo y dentro del sistema aragonés de Salud hay unos cuantos más, bastante similares. Todos posteriores al 2000.

El siglo XXI nos ha traído una energía muy revuelta. La maldad y el odio del mundo han salido a flote.  

Por la ley de la atracción, un sistema atrae una energía igual a la que él contiene. Es decir, que un sistema hostil atraerá energía hostil. Por lo tanto, no es extraño que haya tantos ataques físicos de pacientes que pierden precisamente eso…su paciencia. Cada día hay más clientes que se dan cuenta que el sistema no les sirve a ellos; ¿por qué será?

Y es que es muy patente que el sistema de Salud tiene otros intereses que no son precisamente cuidar de nuestra salud.

Lo raro, raro de verdad, es que a pesar de todo el sistema funciona mínimamente gracias al empeño de muchos de sus trabajadores.

 

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