En el siglo XVII se
disparó la gran ambición humana de los regentes europeos que ostentaban el
poder hasta ese momento, que eran cuatro gatos y además todos parientes. Hasta
entonces había habido un cierta paz, en todos los pueblos del mundo, mantenida
por la nación hebrea; estando ésta formada por pueblos que creían en un Dios
único y verdadero. Era una nación de pueblos repartidos por todo el planeta.
Estos gobernantes,
pensaron que el trozo que dominaban era muy pequeño en comparación con la
inmensidad de la tierra y que ellos, que provenían de la élite de tribus muy
antiguas, tenían derecho a poseer el mundo.
Para ello necesitaban
un nuevo Orden Mundial y empezaron la manipulación con el fin de someter todos
los rincones del planeta. Eran cuatro gatos pero consiguieron dominar millones
de personas.
Eran de una
inteligencia y conocimiento supremos, así que no les costó nada llegar a la
conclusión de que a la gente se la somete mejor cuando todos tienen las mismas
creencias; es decir la misma religión. La cosa es imposible cuando cada uno es
de su padre y de su madre. Una sociedad con religiones varias y gente tolerante
no hay por donde cogerla; hay que abrir muchos frentes diferentes.
Por tanto, decidieron
inventar el Cristianismo Apostólico (basado en el Nuevo Testamento) y Romano; de
esta manera, con la mentira del Cielo y del Infierno, conseguirían dominar el
mundo.
Crearon la figura del
Papa, como gobernante de las almas en la tierra y lo instalaron en Roma,
capital de Los Estados Pontificios. El Papa gobernó directamente en estos
Estados hasta 1870, momento en que los gobernantes del Sacro Imperio Romano
Germánico decidieron reducir sus posesiones a la Ciudad del Vaticano.
Pero para crear el
Nuevo Orden tenían que eliminar el Antiguo y así comenzó el Renacimiento, con
matanzas por doquier.
Para empezar crearon
las Órdenes Monásticas, el ejército del Papa, tanto espiritual como material. Porque
el Papa y su ejército no tenían nada de santos; eran más bien satánicos. La
misión de estas Órdenes era evangelizar la tierra, borrar toda la historia
antigua y aniquilar a todo aquel que hubiera tenido protagonismo en el Antiguo
Orden. O séase, usar el escarnio, la extorsión y matar principalmente al pueblo
hebreo y al mameluco (gitanos actuales), que habían sido los protagonistas más
importantes del desarrollo en el Antiguo Régimen.
En 1725 se fundó La
Orden de La Compañía de Jesús, el ejército al servicio del Papa Romano. Un
ejército que empezó extorsionando y matando en la Península Ibérica, un lugar
donde entonces había muchos pueblos hebraicos; considerados éstos ateos porque
no creían en Cristo. Su lema es IHS, que significa Iesus Hominum Salvator” y
para salvar a los hombres crearon La
Santa Inquisición. Fue entonces, y sólo entonces, en el siglo XVIII, que pudo
actuar la Inquisición y no fue abolida hasta bien entrado el siglo XIX.
En Europa se creó el
Sacro Imperio Románico Germánico (Hermanado) y empezaron las luchas por el
dominio de todos los territorios del mundo.
Estas luchas
concluyeron con la creación de los Estados. Con la extorsión, la matanza y la
expropiación, los jesuitas consiguieron hacerse ricos y poderosos y también
hicieron ricos y poderosos al Papa y a los reyes de los estados nacientes.
¿A ver si no, de dónde
creéis que proviene toda la riqueza de esta gente que no tenía oficio ni
beneficio?
Resultado de la
matanza de todos los pueblos antiguos, se abrió una gran brecha en el mundo.
Esa gente arrasó la tierra; avanzaron quemándolo y destruyéndolo todo. Tenían
una gran afición por el fuego.
Destruyeron pueblos,
mataron padres de familia, destruyeron linajes y obligaron a cambiar de nombre
a todo quisqui. Así hicieron borrón y cuenta nueva.
En el siglo XIX la
tierra estaba desolada y la gente también.
A partir de los siglos XVIII y XIX se generó una ingente cantidad de huérfanos pululando en Europa. Niños
a los que se les habían robado sus raíces, su nombre, su linaje y su sustento.
Niños que pasaron a ser los esclavos de la Edad Moderna. De ellos se
alimentaron las fábricas y los terratenientes mundiales. Con ellos y los pobres
que quedaron se enriquecieron los nuevos Estados.
Los satánicos jesuitas
lo consiguieron.
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