miércoles, 26 de abril de 2023

La Gran Brecha Humana del siglo XIX

 

En el siglo XVII se disparó la gran ambición humana de los regentes europeos que ostentaban el poder hasta ese momento, que eran cuatro gatos y además todos parientes. Hasta entonces había habido un cierta paz, en todos los pueblos del mundo, mantenida por la nación hebrea; estando ésta formada por pueblos que creían en un Dios único y verdadero. Era una nación de pueblos repartidos por todo el planeta.

Estos gobernantes, pensaron que el trozo que dominaban era muy pequeño en comparación con la inmensidad de la tierra y que ellos, que provenían de la élite de tribus muy antiguas, tenían derecho a poseer el mundo.

Para ello necesitaban un nuevo Orden Mundial y empezaron la manipulación con el fin de someter todos los rincones del planeta. Eran cuatro gatos pero consiguieron dominar millones de personas.

Eran de una inteligencia y conocimiento supremos, así que no les costó nada llegar a la conclusión de que a la gente se la somete mejor cuando todos tienen las mismas creencias; es decir la misma religión. La cosa es imposible cuando cada uno es de su padre y de su madre. Una sociedad con religiones varias y gente tolerante no hay por donde cogerla; hay que abrir muchos frentes diferentes.

Por tanto, decidieron inventar el Cristianismo Apostólico (basado en el Nuevo Testamento) y Romano; de esta manera, con la mentira del Cielo y del Infierno, conseguirían dominar el mundo.

Crearon la figura del Papa, como gobernante de las almas en la tierra y lo instalaron en Roma, capital de Los Estados Pontificios. El Papa gobernó directamente en estos Estados hasta 1870, momento en que los gobernantes del Sacro Imperio Romano Germánico decidieron reducir sus posesiones a la Ciudad del Vaticano.

Pero para crear el Nuevo Orden tenían que eliminar el Antiguo y así comenzó el Renacimiento, con matanzas por doquier.

Para empezar crearon las Órdenes Monásticas, el ejército del Papa, tanto espiritual como material. Porque el Papa y su ejército no tenían nada de santos; eran más bien satánicos. La misión de estas Órdenes era evangelizar la tierra, borrar toda la historia antigua y aniquilar a todo aquel que hubiera tenido protagonismo en el Antiguo Orden. O séase, usar el escarnio, la extorsión y matar principalmente al pueblo hebreo y al mameluco (gitanos actuales), que habían sido los protagonistas más importantes del desarrollo en el Antiguo Régimen.

En 1725 se fundó La Orden de La Compañía de Jesús, el ejército al servicio del Papa Romano. Un ejército que empezó extorsionando y matando en la Península Ibérica, un lugar donde entonces había muchos pueblos hebraicos; considerados éstos ateos porque no creían en Cristo. Su lema es IHS, que significa Iesus Hominum Salvator” y para salvar a los hombres  crearon La Santa Inquisición. Fue entonces, y sólo entonces, en el siglo XVIII, que pudo actuar la Inquisición y no fue abolida hasta bien entrado el siglo XIX.  

En Europa se creó el Sacro Imperio Románico Germánico (Hermanado) y empezaron las luchas por el dominio de todos los territorios del mundo.

Estas luchas concluyeron con la creación de los Estados. Con la extorsión, la matanza y la expropiación, los jesuitas consiguieron hacerse ricos y poderosos y también hicieron ricos y poderosos al Papa y a los reyes de los estados nacientes.

¿A ver si no, de dónde creéis que proviene toda la riqueza de esta gente que no tenía oficio ni beneficio?

Resultado de la matanza de todos los pueblos antiguos, se abrió una gran brecha en el mundo. Esa gente arrasó la tierra; avanzaron quemándolo y destruyéndolo todo. Tenían una gran afición por el fuego.

Destruyeron pueblos, mataron padres de familia, destruyeron linajes y obligaron a cambiar de nombre a todo quisqui. Así hicieron borrón y cuenta nueva.

En el siglo XIX la tierra estaba desolada y la gente también.

A partir de los siglos XVIII y XIX se generó una ingente cantidad de huérfanos pululando en Europa. Niños a los que se les habían robado sus raíces, su nombre, su linaje y su sustento. Niños que pasaron a ser los esclavos de la Edad Moderna. De ellos se alimentaron las fábricas y los terratenientes mundiales. Con ellos y los pobres que quedaron se enriquecieron los nuevos Estados.

Los satánicos jesuitas lo consiguieron.

 

 

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