jueves, 13 de mayo de 2010

Más de lo Mismo

Ahora tocaba demostrar que el jefe tenía razón. Había intrigado mucho, con los macacos directores, con los gerentes y con mis compañeros y seguía haciéndolo; pero ahora tenía que demostrarlo.
No sé la razón que da para decir que yo, tras 18 años de trabajo sin problemas, de golpe y porrazo pongo todo mi empeño en causarlos. No la sé, pero me la supongo. Supongo que va diciendo por ahí que lo que quiero es boicotear el trabajo del laboratorio. Así, puedo decir por todos los lados que el laboratorio en cuestión funciona mal. Como si no hubiera funcionado mal el laboratorio cuando yo he estado de baja. Como si no hubieran habido fallos muy gordos, alguno de los cuales ha sido tan gordo, tan gordo, tan gordo... que incluso ha salido publicado en un periódico. Pero este caso tocará explicarlo más adelante.

Para demostrar que yo boicoteaba el trabajo del laboratorio tuvo que emplear varias trampas:
La primera, fue encargarme a mi todo el trabajo manual que había que hacer en el laboratorio. El trabajo de las otras tres analistas era todo automático y llevado por técnicos de laboratorio. Encima, cuando una de mis compañeras estaba de baja, cosa muy frecuente, su trabajo recaía sobre mí. Así, el jefe se aseguraba de que yo siempre iba sobrecargada de trabajo.

La segunda, fue desvalidarme, en el ordenador, algunos resultados, para que no los pudiera imprimir y entregar a los médicos. Ya he comentado antes que por problemas en el programa informático, cada día quedaba algún resultado sin validar. Pero a mí me quedaban muchos, o eso decía el jefe a mis compañeros. Ahora sospecho que se dedicaba a desvalidarme unos cuantos.

La tercera, fue quitar algún resultado que alguna de las máquinas de mi responsabilidad había volcado ya al ordenador. Así le decía a la secretaria del laboratorio que me llamara por teléfono para decirme que habían quedado resultados sin pasar. Yo tenía que ir al archivo, buscar los resultados e introducirlos manualmente en el ordenador. De las dos secretarias que había entonces en el laboratorio, siempre me llamaba la misma. Así esta secretaria podría corroborar que yo no controlaba bien el trabajo. Y, además, así me daba el jefe trabajo extra.

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