jueves, 20 de mayo de 2010

En la celda de castigo

Este era mi cuarto lugar de trabajo: en tres años había sufrido tres cambios de sitio. Y en ninguno de los tres últimos me dejaron trabajar: siempre impidieron que pudiera controlar mi trabajo y siempre me provocaron problemas intentando que me saliera mal todo.

Cuando me incorporé, en mi cuarto lugar de trabajo, lo hice pensando que al menos respiraría tranquila un año. Estaba previsto que este laboratorio se cerrara al año siguiente, y suponía que el jefe me había enviado aquí para que me chupara todos los problemas del cierre. Pero, pensaba yo: al menos estaré un año bien. ¡Vana ilusión! Los problemas empezaron el mismo día y no pararon, y cada día que pasaba empeoraban.

Ya desde el primer día sospeché que me había enviado a una celda de castigo. Empecé a darme cuenta de que trabajo en una cárcel y estoy sometida a trabajos forzados. Desde entonces no me he podido librar de la cárcel. La cárcel será mi lugar de trabajo, para el resto de mi vida laboral.

Cuando llegué aquí puse en orden y al día todo el trabajo que el anterior no-compañero mío había dejado pendiente en este lugar. El jefe me llamó, ya el primer día, para decirme que yo había dejado trabajo pendiente en el hospital y que tenía que acabarlo. ¡Ésto ya era el colmo!, por lo visto quería que me dividiera en dos y trabajara en dos sitios a la vez.

Todo el tiempo, que trabajé aquí, fue un sin vivir: me llamaba cada dos por tres, por teléfono, gritándome y acusándome de que no cumplía con mi trabajo. Hacía que me llamara la secretaria del hospital, por teléfono, diciéndome que no había validado algún resultado y no se podía entregar. Acabé odiando el teléfono. Me daba unos sustos tremendos, el teléfono, cada vez que sonaba en el despacho del laboratorio.

Otra vez, el jefe, intentó demostrar que yo llegaba tarde a trabajar: tiene manía persecutoria con esto. Preguntó a todas las Técnicos que trabajaban conmigo: para ver si alguna le apoyaba. Como no consiguió que ninguna dijera una mentira, cogió manía a todas.

Con todo esto el jefe consiguió, pronto, enrarecer el ambiente de mi cuarto lugar de trabajo.

7 comentarios:

  1. Querida Artemisa: HABLA CON IACOBUS, el puede ayudarte. Y no desesperes... cada cerdo tiene su San Martin. Un beso grande.

    ResponderEliminar
  2. Hola de nuevo Artemisa, como buena cazaora que eres, sabes que hay veces que las fieras lo superan a uno-a, y es momento de buscar, compañeros de caza y bateadores. Creo ser algo cazador, de nuevo te ofrezco ayuda en lo que pueda, si es por ganas no sera, me, nos indigna lo que te esta pasando, y como primera medida voy a empezar a pasar tu dirección de blog, a unos cuantos amigos-as. Animo no desesperes, que al final hay luz, te lo aseguro por propia experiencia. Iacobum.

    ResponderEliminar
  3. Aquí Artemisa:
    Gracias a los dos por darme ánimos, que hay días que tengo la moral por los suelos. Hace mucho tiempo que busco compañeros/as de caza, pero hasta ahora me ha sido imposible encontrarlos.
    Por cierto, tengo la sensación de que las mujeres somos incapaces de defendernos; preferimos adaptarnos al sistema (aunque nos haga sufrir) o salir de él y dedicarnos a otra cosa. ¿Qué os parece a vosotros?.
    El sistema en el que trabajo es totalmente nepotista (funciona por amiguismo) y se elimina al que no entre en la red de amigos, aunque haya ganado la plaza por sus méritos. Funciona por soborno a unos y amenzas a otros. En menos de 15 años, 3 personas han cogido la excedencia y otra va camino de la incapacitación permanente; todo por los tejemanejes del jefe. ¡El pobre, se pensaba que también podría conmigo!
    ¡Es todo tan deprimente!

    ResponderEliminar
  4. Buenas tardes, puede ser que en mujeres el acoso sea mas sencillo, pero no es el caso verdad?, pues animo que no queda na, y vamos a funcionar mas y mejor, ten cercanía, que veras como podemos ayudar, así que adelante y vamos a por ellos. Iacobus. (ten fe, veras como se puede hacer mas de lo que parece, un cazador).

    ResponderEliminar
  5. Hola, me paseo por aquí de tanto en tanto. No se de ti, pero vaya por lo menos no escribes, que ya es algo. Si es por que no no tienes motivos me alegro, pero ya sabes que la alegría en casa del pobre dura poco, te lo digo por propia experiencia. Bueno sigue ahí y pelea, que las únicas batallas que ya se saben como acaban, son las que no se dan. Iacobum.

    ResponderEliminar
  6. Aquí Artemisa:
    Gracias Iacobum por tu interés y sí si que tengo muchos motivos para seguir escribiendo. No lo he hecho porque no me encuentro bien. Me he incorporado hace dos semanas al trabajo (después de un mes de baja por una crisis de pánico) y ya he tenido que hacer una carta de defensa y ya vuelvo a tener mal los ojos. Tengo una queratitis, que se me repite de tanto en tanto, y que es una secuela que me ha quedado del tiempo en que el jefe me agobiaba de trabajo y tenía que mirar toda la mañana al microscopio. Espero que se me pase en unos días y espero continuar el blog este fin de semana.

    ResponderEliminar
  7. Querida Artemisa: no desfallezcas. Tal vez sea más fácil acosar a las mujeres, pero a la larga resistimos mucho mas que los hombres. Sigue luchando, resistiendo, "no hay mal que cien años dure", y "si te sientas verás el cadaver de tu enemigo pasar". Muchos besos y CORAJE.

    ResponderEliminar