jueves, 6 de mayo de 2010

Siguiendo Dentro de la Dinámica Perversa del Laboratorio

En el 2006 empezó mi martirio psíquico más puro y duro. Las técnicas parecían sacadas del libro el Príncipe, de Maquiavelo.

Primero, el Jefe Maquiavelo tenía que difundir rumores falsos. Estos rumores prepararían el terreno, ya que después de un tiempo establecidos nadie podría distinguir quién decía la verdad.
Así, el jefe empezó a decir que yo llegaba muy tarde a trabajar. ¡Como si todos los médicos del hospital no llegaran tarde un día sí y otro no! ¡Como si el Jefe no llegara más tarde que yo! ¡Como si su brazo izquierdo no llegara al mismo tiempo que yo!
Es un rumor muy ingenioso porque no hay manera de demostrarlo, ni por verdad ni por mentira. Al poco tiempo, todos mis compañeros tenían asimilado en su estructura mental que yo llegaba muy tarde.

El siguiente paso era acusarme a mí directamente. Primero chillándome que llegaba tarde a trabajar y amenazándome verbalmente con una NO CONFORMIDAD a Dirección y después con un escrito diciéndome que lo comunicaría a Dirección. No tengo ninguna duda de que se lo dijo a su amigo el macaco gerente Mazazo y que los dos se debían partir de risa a mi costa.

No hubo manera de defenderme de esta acusación. Fui a hablar con el macaco Director y le pedí un reloj, para fichar todo el personal del laboratorio. Como es evidente, se negó.
¡Sólo faltaría que se pudiera demostrar que era mentira! Lo único que se le ocurrió, al buen macaco, es que al llegar por la mañana entrara diciendo a grito pelado ¡Buenos días!,
¡Buenos días! ¡He llegado! ¡Buenos días!...

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