miércoles, 3 de mayo de 2023

Factoría de Ficción y Fantasía

 

En mi paseo por la historia, que llevo realizando desde hace algún tiempo, he observado la gran desinformación que nos han colado desde el siglo XIX.

La fabricación de información falsa no es algo nuevo. Aunque actualmente los medios de propagación han aumentado exponencialmente, el uso de propaganda es antiguo y siempre ha habido manera de diseminarla,

Supongo que la desinformación, el engaño, la mentira y la propaganda han sido característicos de la comunicación desde tiempos inmemoriales pero la campaña que se puso en marcha en el siglo XVIII, por los poderosos del momento, ha constituido las bases de la Edad Moderna y Contemporánea. Es el engaño al servicio del poder.

La invención de la imprenta, dicen en 1493, ayudó a ampliar dramáticamente la difusión de la desinformación. El primer libro de cuentos imprimido fue la Biblia de Gutenberg. Esta fue la primera gran farsa histórica. A partir de entonces, los conflictos, las guerras, cambios de régimen y las catástrofes se convirtieron en motivos para la diseminación de la desinformación. Al mismo tiempo que las noticias empezaron a circular de manera masiva en Europa, los hechos inventados también empezaron a ser difundidos masivamente.

Toda la historia que nos han contado es un constructo narrativo, empezando por la del Egipto Antiguo, cimentada en una gran cantidad de documentos creados “ad hoc” a lo largo del tiempo para dotar de verisimilitud y credibilidad un mundo de mito y fantasía. Es la historia al servicio de la política y la creatividad de los estrategas políticos es impresionante.

Es asombrosa la fantasía que se ha creado en muchos países al estilo de la factoría Disney. Pasear por muchas ciudades es sumergirse en un mundo de Disneylandia y en ningún lugar se percibe mejor que en Egipto. Este país se ha reconstruido desde el siglo XIX de manera apropiada para acoplarla al relato histórico.

Desinformar es, según la RAE, dar información intencionadamente manipulada al servicio de ciertos fines y también dar una información insuficiente u omitirla. Esta táctica es un arma muy eficaz y desde siempre los poderosos han recurrido a utilizar la desinformación como arma de poder.

La primera organización que dejó constancia escrita de la historia distorsionada fue la Satanísima Inquisición. Esta orden religiosomilitar dedicó una gran cantidad de recursos a manejar, filtrar y falsificar datos históricos.

¿Cuál sería el fin que justifica los medios? Sin lugar a dudas poner la religión y los hechos históricos al servicio del poder.

A principios del siglo XVIII se creó la Inquisición como orden militar al servicio del Papa y del Sacro Imperio Romano Germánico; lo de menos es que fuese religiosa. Usaron la religión para esclavizarnos y enriquecerse a nuestra costa. Gracias a ella nos moldearon mentalmente, a golpe de crucifijo, para explotarnos al servicio de los Estados que se fundarían en el siglo XIX y lo que es más importante, al de sus gobernantes y sus esbirros.

Se fundaron los Estados y en cada uno de ellos se inventó su historia antigua, desde tiempos inmemoriales, para su importancia y engrandecimiento. Es decir, para darse autobombo y pasar el platillo. De esta manera pasó la Historia a la condición de mercancía estatal.

Como dijo Pío Baroja: “La historia es siempre una fantasía sin base científica, y cuando se pretende levantar un tinglado invulnerable y colocar sobre él una consecuencia, se corre el peligro de que un dato cambie y se venga abajo toda la armazón histórica”.

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