martes, 2 de mayo de 2023

Los Inventores de la Historia

 

 

No hay que ser un gran investigador de la historia para darse cuenta de que en el siglo XVIII se produjo un gran cataclismo mundial, que inició una cadena de luchas que durarían tres siglos. Es muy posible que a este periodo le corresponda el mito del Diluvio Universal, señalado en las Sagradas Escrituras, pues las guerras llovieron por todo el planeta y lo arrasaron plenamente. La ambición de los gerifaltes europeos se disparó en ese tiempo, lanzándose a conquistar y repartirse el mundo.

Los grandes imperios europeos se enzarzaron en una gran carrera de colonización para conseguir el estatus de “gran potencia” y eso requería tener una gran historia. Todo era válido para sus ambiciones y proyectos de hegemonía.

El proyecto de reconstrucción del Nuevo Mundo requería hacer “borrón y cuenta nueva” y hacia ese objetivo se enfocaron los poderes sacros e imperiales del momento.

El poder sacro europeo estaba representado por el Papa de Roma  y sus sicarios, monjes y jesuitas, fueron los artífices del inicio de la manipulación de la historia. El poder Papal se había instalado en los Estados Pontificios y usurpó a Cristo y su imaginería, haciéndolo renacer para el dominio y la sumisión de todas las almas de la tierra. Y digo renacer porque el cristianismo, en verdad, había nacido en Egipto unos siglos antes del Renacimiento.

La Iglesia Católica Apostólica y Romana reinventó a Jesucristo y todo su simbolismo, fijando su nacimiento cuando implantó el calendario gregoriano. El promotor de este calendario fue el papa Gregorio XIII, quien promulgó su uso por medio de la bula Inter Gravissimas, y a partir de 1582 se fue sustituyendo el calendario juliano (anterior) en todos los países de dominio cristiano.

En el Renacimiento toda la vida giraba en torno a la religión y alrededor de ella se reinventó también la historia. Los monjes encerrados en las bibliotecas de sus conventos le fueron dando a la manivela de la imaginación.

Actualmente se cree que Eusebio de Cesárea fue el padre de la historia, después le seguirían San Jerónimo, Teófilo, San Agustín, Hipólito, Clemente de Alejandría  y James Ussher. Todos ellos religiosos.

Pero a la Historia, contada por los anteriores, le faltaba una cosa muy importante para entenderla y ésta es la Cronología; o séase el relato de los hechos históricos ordenados por fechas.

Pues bien, la Historia Antigua, que conocemos hoy en día, es el resultado de un largo trabajo de varias generaciones de cronólogos desde el siglo XVI al XIX.

Se considera a Josephus Scaliger el fundador de la Cronología como ciencia. Sus obras principales sobre Cronología son “Opus Novum de Emendatione Temporum” de 1583 y “Thesaurus Temporum” de 1606. Se dice que intentó reconstruir la obra de Eusebio de Cesárea pero que le fue imposible por tener ésta muchas lagunas.

De Emendatione Temporum es el primer trabajo que construye el mapa cronológico de las grandes civilizaciones humanas, sobre las que se ha edificado la historia oficial.

Los trabajos de Scaliger los retomó y acabó mayormente el cronólogo Dionisius Petavius. Sus obras más conocidas sobre cronología son “De Doctrina Temporum” de 1627 y Rationarii Temporum de 1640.

La base de la cronología de Scaliger es la tradición eclesiástica y a lo largo de los siglos posteriores la historia siguió siendo predominantemente eclesiástica y por lo general  escrita por religiosos. Así, Scaliger fue teólogo y Petavius jesuita, autor de escritos teológicos.

La Compañía de Jesús dice oficialmente que nació en el año 1540, pero en realidad fue en 1725 en Roma. Apareció en el marco del Tratado de Viena de 1725, momento en que se pacta el reparto del mundo y se planifica su colonización europea coordinada. Los jesuitas fueron el brazo armado del Papado y se encargaron de iniciar el trabajo de reconstrucción de la historia de forma integral, a gran escala, alterando toda la documentación existente hasta el siglo XVIII. La Compañía, autorizada por el Vaticano, y con el apoyo y la colaboración de los poderes imperiales europeos, fue la encargada de crear la base documental de la historia sagrada, con un mapa cronológico hecho a medida de los intereses de todos los poderes del momento.

Pero no fueron los jesuitas los únicos manipuladores de la historia, a éstos hay que añadirles los francmasones. La francmasonería nació también el siglo XVIII y participó de manera coordinada con la Compañía en la reconstrucción de la historia global para facilitar, de este modo, la repartición de poderes y apoyar el asentamiento, y el derecho de los gobernantes a sus posesiones. 

 Así, los trabajos  de Scaliger y Petavius se perfilaron durante los siglos XVIII y XIX, siendo maquillada la historia por capas y capas historiográficas incluidas posteriormente. Hecho todo a base de mitos y leyendas.

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